Cada 22 de agosto se conmemora el Día del Folclore en varios países de la región. En coincidencia con esta festividad nos preguntamos cómo se encuentra la identidad cultural del Paraguay. El investigador del arte popular, Mario Rubén Álvarez, y el especialista en cultura Guaraní, Lino Trinidad Sanabria, nos brindan algunas explicaciones al respecto.
Caló es un campesino que ha trabajado durante toda su vida en la chacra. En su vivienda no cuenta con energía eléctrica, baño moderno y el agua que consume se extrae de un pozo ciego. Con el paso de los años, la modernidad llegó a su pueblo y cambió abruptamente su manera de vivir.
Antes, Caló o don Carlos, al igual que su señora, solo debían preocuparse por trabajar su campo y así garantizar que no falte el pan en la casa. Ahora, deben conseguir dinero para pagar por la energía, cargar combustible a la moto, pagar por el televisor y para el saldo del celular. El lento ritmo de sus rutinas se trasformó en un vertiginoso día a día.
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La preocupación de la humilde pareja por tratar de satisfacer esas nuevas necesidades, trajo consigo un notable cambio de humor y de costumbres. Incluso, ven a sus seres queridos partir hacia alguna ciudad o hacia otros países. Esta es la descripción que realiza el periodista e investigador de la cultura, Mario Rubén Álvarez. Para el escritor, el ensanchamiento del cinturón urbano que se registró durante los últimos 40 años en el Paraguay trajo consigo una constante transformación en la identidad del paraguayo.
“El paraguayo antes era honesto, cumplidor y empeñaba su palabra, ahora ya no es tan así. Ese humor a flor de labios cambió cuando se vio obligado a dejar su terruño. De repente, cayó la dictadura y tuvo nuevas libertades. Era sumiso y ahora es libre. Ahora ve cosas que nunca antes las vio”, mencionó.
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Estas transformaciones no solo se dieron en el campo, también aquel que vivió siempre en la ciudad, experimentó muchos cambios. El paraguayo hoy está mejor informado y conoce más acerca de sus derechos. Ahora, puede reclamar aquello que antes le costaría ir a prisión y ser torturado. Sin embargo, con el ingreso de la globalización, también se han perdido muchos de aquellos valores que hacían a su identidad.
Desidentidad
Para Mario Rubén Álvarez, en la actualidad, la identidad del paraguayo es una desidentidad. “El paraguayo no sabe si vive en el campo o en la ciudad, ve canales de otros países, sus gustos están cambiando. Lo que pasa en Europa también pasa aquí. Hay shoppings, tiendas de ropas”, explicó.
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“Antes éramos siempre optimistas. Uno era pobre, pero siempre era optimista. Cuando le preguntabas cómo estás, te decía: ‘Ndaipóri problema’ (todo va bien); ahora te dice que ‘Ivaí la porte’ (todo va mal). Las condiciones socioculturales cambiaron, hay pobreza y eso también influyó”, dijo.
Transformación del folclore
El periodista y escritor señaló que estos cambios que vive la sociedad también tienen impacto en las tradiciones. “Hoy se prefiere comer un fideo, arroz, antes que comer un so’o apu’a”, ejemplificó.
Mario Rubén Álvarez explica que el folclore varía según las intervenciones humanas. “Los ‘sanjuanes’ se fueron volviendo algo comercial, ya no hay juegos tradicionales, se busca los más sencillo y lo que esté a mano”, describió.
Respecto a los mitos y leyendas, indicó que ya no se cree tanto en el pombéro o el jasy jatere como se hacía antes. “Se va perdiendo la memoria de estas cosas, por lo que los niños y jóvenes ya las desconocen, desaparecen del imaginario colectivo”, indicó.
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En cuanto a las comidas típicas, destacó que las redes sociales también facilitan la difusión de la manera en la que se preparan las comidas típicas. “Si uno no recuerda cómo se hace un mbejú, busca una receta y la practica”, refirió.
Una de las cuestiones que siguen vigentes del folclore paraguayo son los mercantes o apodos en guaraní que se les ponen a las personas.
“La lengua es portadora de cultura, a través de ella hay una visión de la vida. En la medida en que se habla persisten algunas costumbres. Por ejemplo, decir “mandi’o bosá" a una persona obesa, “camión rueda”, “mundo apu’a”, entre otros.
Peculiaridad
El magíster en Lengua y Cultura Guaraní, Lino Trinidad Sanabria, explica que el folclore del Paraguay está “endulzado” por el aporte lingüístico también especial que es el bilingüismo castellano-guaraní que aporta con una mezcla también especial con el denominado “jopara”, su dosis de dulzura. Hay chistes, cuentos, dichos populares y refranes que están expresados en “jopara”.
Para el docente y escritor, al folclore no se le conoce ningún autor, está en la voz, en el actuar y en el movimiento de la gente común, del vulgo. Cada hecho folclórico tiene una funcionalidad y una utilidad, tiene su espontaneidad porque aparece en el momento menos pensado y es tradicional porque se transmite de generación en generación y permanece en el pueblo hasta que el olvido obra su destrucción.
¿Qué es el folclore?
El folclore es la sabiduría popular, es el conjunto de prácticas genéricas que se traen de una memoria colectiva y se repiten de generación en generación.
El término “folclore” fue acuñado por vez primera por el anticuario de origen inglés, William John Thoms. Abarca creencias, costumbres y conocimientos de la cultura transmitidos por vía oral, por observación o por imitación.
Según la definición de Thoms, el material folclórico puede clasificarse en cinco grandes áreas: creencias, costumbres, relatos, canciones, refranes y arte popular.
Cada 22 de agosto se conmemora el Día del Folclore. La fecha fue establecida mundialmente por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (Unesco por sus siglas en inglés) para recordar el arte, la cultura, la tradición y la historia, así como lo más profundo de las raíces fundacionales que distinguen a una cultura de la otra.