Con una lista de espera de unos 120 pacientes para ingresar a las Unidades de Terapia Intensiva, los médicos libran una batalla contra el coronavirus y el tiempo para dar oportunidad de tratamiento a más pacientes dentro del colapso sanitario. “Necesitamos acelerar la rotación de pacientes. Uno de los principales inconvenientes es la prolongada estadía de pacientes con Covid en la UTI”, comparte el Dr. Jorge Jiménez Chaves, especialista en Medicina Interna y Terapia Intensiva, al servicio en el Ineram.
Con poco más de 200 profesionales intensivistas para todo el país, la suba de casos graves por el contagio con SARS-CoV-2 hace que por guardia se eleven los pacientes asignados por profesional. “Tengo diez pacientes por guardia, un médico intensivista puede atender hasta ocho”, puntualiza el Dr. Arnaldo Noguera, médico intensivista de IPS Central, Emergencias Médicas, Hospital de Policía y Sanatorio Samaritano para casos respiratorios.
Por su parte, el Dr. Jiménez refiere que la relación médico-paciente no es la ideal en número atendiendo la exigencia de los cuadros. “Debido a la alta complejidad de los pacientes es ideal que cada terapista esté a cargo de 4 a 6 pacientes; sabemos que esto no es posible actualmente, ni aquí ni en gran parte del mundo, por la alta ocupación de camas y la escasa disponibilidad de especialistas”, puntualiza.
Para el doctor Jiménez, el avance de contagios y el embate en España e Italia anunciaron el colapso con la falta de insumos y camas, que se avecinaba para el sistema de salud de Paraguay. “Ningún sistema sanitario soporta la embestida del SARS-CoV-2. Debemos adaptarnos a la realidad y ser más eficientes que nunca. Debemos llegar a los resultados con el menor de los recursos disponibles. Hoy estamos en guerra”, sentenció.
DEMANDA SICOLÓGICA
Ambos profesionales coinciden en jornadas altamente demandantes. “Ante la alta ocupación de camas los pedidos llueven, las altas en sala escasean. Esa presión constante hace que el profesional médico se desgaste sicológicamente”, apunta el Dr. Jiménez y agrega que la labor además es un desafío emocional constante. “A veces resulta frustrante, pues aplicando todas las medicaciones y técnicas de ventilación o asistencia, igual se tienen pocos resultados. Estamos ante un enemigo que resulta contundente a veces”, comparte.
Tras largas guardias, en sus propias casas los profesionales viven el aislamiento con distancias autoimpuestas. “En lo familiar es bastante doloroso, tengo mi madre y mi hijo en Encarnación, debido a la situación actual casi cada dos a tres meses puedo verlos, la angustia se hace gigante, el riesgo es importante, y por más dolor que tengamos en nuestras almas, nadie nunca querrá que su ser querido pase por esto”, agrega el Dr. Jiménez.
En tanto, el Dr Noguera limitó todo contacto. “Prácticamente no tengo contacto con mi familia, dejé de visitar mi casa, donde están mis hermanas y su familia, mi madre que ya es una persona mayor. La comunicación es netamente telefónica“, cita. También conviven con los anuncios de colegas que cada vez más desarrollan casos críticos de la enfermedad que los llevan a estancias prolongadas en terapias.
PARIENTES EN LUCHA
El Dr. Arnaldo Noguera comparte que es importante que los parientes de pacientes que aguardan noticias apostados fuera de los hospitales, sepan que ellos se mantienen en la batalla. “Estamos adentro con ellos, al pie de esa cama cuidando a sus seres queridos. Nos ponemos en lugar de esas familias. Ya hemos vivido y experimentado estar del lado en que ellos (los familiares) están”, subraya.
Sobre el punto, el Dr. Jiménez agrega que ponen todo su conocimiento para ganarle a la enfermedad. “No somos héroes, no tenemos superpoderes, nos basamos en lo que la ciencia nos muestra. Si fuera por voluntad nuestra todos saldrían de esta penosa enfermedad. Pero el enemigo es implacable. Sepan que cada uno de nosotros odiamos el dolor y la muerte, pero no siempre podemos evitarlos, a pesar de nuestro esfuerzo”, concluye.
No tengo contacto con mi familia, dejé de visitar mi casa, donde están mis hermanas, mi madre que ya es una persona mayor. Dr. Arnaldo Noguera, terapista.