El Día de la Mujer Paraguaya se celebra desde el año 1974, para recordar la primera Asamblea de Mujeres Americanas que tuvo lugar el 24 de febrero de 1867 en la Plaza de Mayo de Asunción; se dice que acudieron mujeres de la capital y del interior para contribuir en la Guerra de la Triple Alianza.
La narrativa oficial es pródiga en alabanzas al coraje de las mujeres durante la guerra, y particularmente en el periodo posterior, cuando hubo que reconstruir el país desde sus escombros. Sin embargo, nada registra sobre el hecho de que las paraguayas fueron las últimas en conquistar su derecho al voto. Tuvieron que esperar hasta el año 1961 para convertirse en ciudadanas.
Siempre han estado presentes en la vida social, cultural, económica y política del país, en los buenos y en los peores momentos de nuestra historia; constituyen la mitad de la población y de los padrones electorales. Participan y aportan sus conocimientos en los partidos y movimientos políticos. No obstante, su representación política sigue siendo mínima y el camino recorrido para lograrlo sigue estando minado de obstáculos para acceder a los cargos de decisión.
En el aspecto económico, la crisis afecta singularmente a las mujeres. Es así que, con las severas medidas de cuarentena del 2020, el 76,7% de las personas que dejaron de formar parte de la fuerza de trabajo son mujeres. Las trabajadoras más afectadas se concentraron en zonas urbanas y en ramas laborales como el comercio, los restaurantes y los hoteles y servicios comunales y otros, según el estudio La pandemia de la desigualdad. Mujeres, empleo y respuestas públicas para mitigar los efectos de la crisis, del PNUD.
El estudio puso en evidencia que en el aspecto laboral son mujeres quienes se acercaron más a la precariedad y que hubo un incremento en el peso que cargan las mujeres en el trabajo no remunerado, en el hogar o fuera de él. La mencionada disminución de los ingresos y el confinamiento doméstico trajeron aparejado lamentablemente un aumento de la violencia intrafamiliar
Es precisamente este uno de los más preocupantes aspectos de la realidad actual. Desde el año 2016 contamos con una Ley de “Protección integral a mujeres contra toda forma de violencia”, la cual tipifica como delito el feminicidio, por primera vez en la historia del país. La Ley 5777 pena al autor de feminicidio con entre 10 y 30 años de privación de libertad. La ley sola sin embargo no es suficiente, pues todavía como se hace evidente, queda mucho por hacer para erradicar la violencia contra las mujeres y evitar más muertes. Faltan recursos, pero también falta compromiso de parte de las instituciones y de los funcionarios para asistir adecuadamente a las mujeres víctimas de violencia.
Cada mujer víctima de feminicidio representa un fracaso para el Estado paraguayo y para todas las instituciones que deberían redoblar sus esfuerzos más allá de la burocracia y los discursos de compromiso. Cada mujer muerta deja en la mayoría de los casos huérfanos, niños y niñas expuestos al abandono y la pobreza.
Para cambiar estas realidades no bastan los discursos complacientes o las flores. Las mujeres paraguayas han demostrado su valor a lo largo de la historia y lo siguen haciendo en forma cotidiana. “La más gloriosa de América”, según el papa Francisco, debe acceder a la educación y a la salud, al empleo y a un salario dignos, acordes con su capacidad, y tener derecho también a la participación en política. Este Día de la Mujer Paraguaya es una oportuna ocasión para recordar que una sociedad verdaderamente democrática solamente será posible construir con el aporte y la participación de todos sus miembros.