El ex fiscal general Francisco Javier Díaz Verón, imputado por no poder justificar con documentos ingresos de G. 1.147.058.591, defendió su inocencia y se abstuvo de declarar ayer ante la fiscala Carmen Gubetich de Cattoni.
A su salida del despacho, manifestó que se declaró inocente ante la interviniente, pero no respondió a las consultas sobre la causa que enfrenta.
Aseguró a la prensa que se somete a la justicia porque es un hombre de derecho. Sin embargo, se retiró raudamente hacia el Palacio de Justicia, donde el juez Julián López le tomó la audiencia de imposición de medidas.
Poco después de las 6.00 de ayer viernes se entregó ante la Unidad de Delitos Económicos de la Policía Nacional y quedó en calidad de detenido. Poco después de pasadas dos horas, lo subieron a una patrullera para trasladarlo al Ministerio Público para comparecer ante la fiscala Gubetich. Pero nunca fue esposado.

Su esposa, María Selva Morínigo, procesada por lavado de dinero, hizo lo mismo el martes, pero, a diferencia de Díaz Verón, inmediatamente se levantó su orden de detención y se trasladó a la Fiscalía en un vehículo particular. Luego fue recluida hasta el penal del Buen Pastor.
La misma apeló el fallo ante el Tribunal de Apelación, Primera Sala, y pidió el arresto domiciliario, la fiscalía contestó que está de acuerdo con dicha medida. El lunes los camaristas resolverían el pedido de la encausada.
“Toiko la oikóa”. Mario Elizeche, abogado del ex fiscal general, dijo que su defendido lo llamó a la madrugada y le dijo: “Me presento. Toiko la oikóa (que pase lo que tenga que pasar)”.
Además, también mencionó que entregarse era una de las posibilidades que manejaban para que no se decrete su rebeldía y orden de captura.
“Nosotros tenemos las convicciones de que el matrimonio es inocente”, expresó el representante jurídico de la ex máxima autoridad de la Fiscalía.
Según la imputación, la pareja no pudo justificar los ingresos de G. 3.764.317.044.