Es el porcentaje que dicen los cristianos tienen que dar mensualmente para sostener a sus templos y pastores, pero que los católicos lo reducen drásticamente mientras los evangélicos lo cobran eficientemente. 10% es lo que se roba anualmente del Presupuesto General de la Nación, según el BID; 10% es la población paraguaya que no tiene documento de identidad; 10% es solo el número de graduados universitarios de entre los ingresantes anualmente; 10% es el funcionariado público que cobra bien; 10% es el que trabaja pero que no roba… y así sucesivamente. Somos el país del 10% para bien o para mal. Para las coimas y para el diezmo.
Esta semana me encontré con una persona que está a la vanguardia de entre los padres del siglo pasado. Cobra el 10% del salario de sus hijos graduados universitarios, estén casados o no, como forma de bonificación por el trabajo de crianza, solidaridad familiar, ahorro para la vejez, herencia y... presentismo. Ni Gloria Ayala habrá pensado en esta fórmula entre las muchas que esgrime para administrar bien los recursos financieros personales y familiares. Este amigo es paraguayo, no judío, que me explicó las razones del “diezmo familiar” que comparadas con las experiencias de sus contemporáneos no resulta nada despreciable. Muchos se quejan de que cuando esperaban ser abuelos han vuelto a ser padres, cuando pensaban que una vez que sus hijos dejaran el nido familiar no volverían más que para eventos puntuales y que era historia aquellas épicas en que se competía por ser el primero en salir de la casa y no volver nunca jamás, pero que hoy se enfrentan con una realidad diferente. Cada uno de sus hijos asombrados al principio comprendieron los argumentos del administrador de “la seguridad social familiar” y aportan religiosa y mensualmente el 10% sin chistar. Para los hijos con hijos, pero cama afuera, el servicio incluye cuidados en horarios rígidos para sus nietos. Todo bien planificado. Los que se fueron cuestionan un tanto, pero los que se quedaron hicieron el cálculo y el aporte del 10% del salario es bastante poco para casa, cama, comida, wifi y seguridad. “Finalmente, están pagando por mantener la casa que heredarán cuando muramos”, me terminó por argumentar el pionero.
El concepto del diezmo es bastante amplio. Escuché que el pastor Abreu argumentó que es una especie de pytyvõ para los que menos tienen y que la Biblia lo estableció como perfecto mecanismo para administrar la economía. No incluyó en la explicación el porcentaje con el que se queda el administrador por la tarea, pero eso es otra cosa. En estos tiempos de pandemia tan dolorosos y difíciles con cajas fiscales a punto de reventar y cuando se habla que los jubilados van a tener que aportar 10% (otra vez el maldito monto) de por vida para sostener saludablemente sus cajas, no parece delirante ni mucho menos irracional que la gestión financiera se aboque a desarrollar el “diezmo familiar” de manera abarcante a la mayor cantidad de hogares y que vuelva sostenible el futuro para todos.

El “diezmo familiar” me comentó el genial innovador sirve también como ahorro en casos de emergencia sanitaria y puede ser usado como fondo previsional para desempleo, paro o divorcio. Da mucho más que el IPS y no se roba. En estos tiempos en que el ahorro resulta tan difícil y poco estimulante, la fórmula bien vale la pena estudiarla, aplicarla y felicitar al pionero. Debería usarse incluso para deducir el aporte al IRP. Con que solo el 10% de las familias lo hagan, habremos justificado las estadísticas y salvado a muchos de repetidos problemas y fracasos.
¿No les parece?
Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com