Este escenario no es alentador. La mayor parte de la población antes de la pandemia ya venía con una economía familiar altamente precaria. Un cuarto de la población estaba en situación de pobreza, el 40% con riesgo de caer en pobreza, otro cuarto de la población tenía ingresos medios pero volátiles, ya estaban altamente endeudados y sin seguridad social. Es decir, casi el 90% de las familias de trabajadores no tenían condiciones laborales dignas.
Esta condición hace que en Paraguay exista un gran volumen de niños y adolescentes trabajadores que hipotecan su futuro. Los que logran continuar estudiando lo hacen de mala manera y una parte importante ni siquiera consigue permanecer y culminar la educación media. Esto no solo es un problema para la familia, sino para la economía en su conjunto. Los niños y niñas que no lograron estudiar en el pasado son los 800.000 trabajadores adultos actuales que no tienen educación media.
Durante los años de crecimiento económico no invertimos lo suficiente en educación. Nuestra inversión en capital humano (salud y educación) estuvo siempre muy lejos del promedio latinoamericano y más lejos aún de los países de mayor desarrollo en la región. ¿Cómo podríamos pretender mejorar la productividad y competitividad de la economía si la población en edad de trabajar no está educada?
La recuperación económica pos-Covid será compleja. Podrá aumentar el producto interno bruto (PIB), pero eso no significará que nos vaya bien, ya que este indicador es limitado para mostrar la situación microeconómica.
Antes de la pandemia no estábamos con un buen escenario microeconómico. Durante la pandemia la situación empeoró ya que muchas familias y empresas debieron endeudarse, usar ahorros, desprenderse de activos, primero para sobrevivir en la cuarentena 2020 y después durante la enfermedad para financiar medicamentos y tratamiento.
La economía no está bien para la mayoría y la proyección es que no mejore, dado que los niveles de contagio continuarán altos y el miedo y el distanciamiento social impedirán que muchas ramas de la economía con alto impacto en el empleo permanezcan con bajos niveles de actividad.
Es urgente discutir un plan de reactivación que beneficie a los sectores que ocupan mano de obra y que permitan no solo generar más empleos, sino sobre todo que estos sean de calidad. No podemos continuar con un mercado laboral que ocupe niños y adolescentes, o con adultos con ingresos bajos y volátiles y sin acceso a seguridad social.
Más allá de las buenas proyecciones macroeconómicas, Paraguay necesita políticas centradas en el trabajo y en el bienestar económico de las familias. Las autoridades económicas deben superar su visión simplista de la economía para asumir la complejidad de la realidad económica y con ello de la política pública.