La obsesión por los defectos físicos, que a veces existen y otras veces no. Ese es el trastorno dismórfico corporal, conocido anteriormente como dismorfofobia, en la cual la persona desarrolla preocupaciones y comportamientos exagerados alrededor de un defecto físico que tiene, que puede no existir y que si existe no es para exagerar. La crisis afecta principalmente en la pubertad, pero también a adultos.
“La persona intenta desesperadamente corregir ese defecto dañándose a sí misma o acudiendo a médicos para buscar una solución a este defecto”, explicó el doctor Julio Torales, médico siquiatra, máster en Psicofarmacología y profesor de la Universidad Nacional de Asunción.
Lo principal es que la persona tiene una preocupación con respecto a un defecto físico que ve en su aspecto corporal. Afecta más a las mujeres porque se les imponen los estándares de belleza, dijo el doctor Torales. “Se puede basar en un defecto que realmente existe, pero es desproporcionada la preocupación. Por ejemplo, tengo un granito pero no es tan grande para que no salga de mi casa. En algunos pacientes ni siquiera existe el defecto”.
El siquiatra explicó que las personas afectadas por este trastorno queda gobernada alrededor del pensamiento y conducta y tratando de corregir ese defecto. “Cada tanto se empiezan a ver más casos porque los estándares de belleza de la sociedad van cambiando. No tiene baja incidencia”.

Las personas con vulnerabilidad biológica y el hecho de vivir en una sociedad que valora demasiado la juventud y la belleza como únicas herramientas para tener éxito “pueden hacer que se precipite este tipo de trastorno en personas predispuestas”. Los gatillantes, es decir, que detonan el trastorno, son el ingreso a la pubertad o haber sufrido bullying por un defecto físico.
Las mujeres se preocupan más por el aspecto físico, los hombres por el aspecto sexual. Por ejemplo, los que sufren el trastorno generalmente asisten con mucha frecuencia al cirujano plástico, quieren someterse más de una vez a los procedimientos estéticos para mejorar el aspecto de la nariz, hasta que algunos quedan con deformidades. En otros casos, los hombres insisten en agrandar el aparato reproductor, comentó el profesional.
Una preocupación excesiva por la apariencia corporal que va más allá de lo usual, en el sentido de que la persona trata de corregir mínimos defectos con maquillaje o acude a muchos médicos, a cosmetólogos y se empieza a meter de tratamiento en tratamiento por algo que solo está en su mente. El trastorno se trata y es de largo plazo, con sicoterapia y terapia. La dismorfofobia tiene un pronóstico bueno y se puede llegar a controlar.
Se puede basar en un defecto que realmente existe,pero es desproporcionada la preocupación de la persona. Dr. Julio Torales, siquiatra.
Pasar excesivamente por el quirófano
Los casos más emblemáticos son el Kent y Barbie humanos, como una manera de graficar hasta qué punto afecta a la persona su obsesión por el aspecto físico y su paso por el quirófano. “Ella o él no se dan cuenta del daño que se están causando”. Es recomendable que los cirujanos plásticos deriven los casos a un siquiatra cuando la persona insiste en operarse más de una vez. Esta práctica se aplica en Clínicas. “Lo que importa es que la familia y los amigos insistan en que debe consultar cuando se está mutilando el cuerpo”.