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LA HISTORIA DETRÁS DEL ÉXITO. Publicada por primera vez en 1984, Dragon Ball es una de las franquicias de cómic más vendidas de todos los tiempos y dio lugar a numerosas series de animé, películas y videojuegos.
Narra las aventuras de Son Goku, un joven prodigio de las artes marciales que recorre el mundo en busca de unas bolas mágicas que lo ayudaran, a él y a sus aliados, a proteger la Tierra de terribles enemigos.
La serie, divertida y rocambolesca, mezcla los combates de artes marciales con una historia inspirada libremente en una novela china del siglo XVI, Viaje al Oeste.
A lo largo de los años, Dragon Ball se convirtió en el modelo de manga Shonen –para chicos adolescentes– y definió la industria japonesa del manga y del animé, impulsándola al nivel mundial.
Aunque otras superproducciones, como One Piece o Naruto, también ofrecen batallas y héroes de capa y espada, el manga de Toriyama se consolidó como referencia, según los expertos.
Naruto y One Piece también son populares en el extranjero, pero Dragon Ball se diferencia por el número de países que emitió el animé”, explica a la AFP Kazuma Yoshimura, profesor de manga en la Universidad Kyoto Seika.
Se han vendido más de 260 millones de ejemplares de los cómics en todo el mundo, según la editorial Shueisha.
MOLDEÓ A GENERACIONES
Otra cuestión que distingue a Dragon Ball es el universo extremadamente detallado de Toriyama, afirma Yoshimura, con personajes y paisajes tan precisos que permitieron una conversión excelente a soportes como figuras 3D.
“Los lectores no pueden apartar la vista”, declara. “Pienso que tenía un talento poco común”.
La serie de animé, doblada a numerosos idiomas, se convirtió en un éxito mundial y captó el corazón de los niños con sus batallas dantescas ganadas por el pequeño héroe Gokú. Representa “el apogeo de lo que debería ser el entretenimiento”, estima el periodista Tadashi Sudo, especialista en dibujos animados.
“Toriyama sabía exactamente lo que todo el mundo quiere leer: la aventura y la evolución de los personajes”, añade.
FUSIÓN DE CULTURAS. Además de su minuciosa producción, parte del atractivo para un público mundial proviene probablemente de los personajes “apátridas”, siendo así a la vez exóticos y accesibles.
“No es como si la serie tuviera lugar en una región particular del planeta”, explica Sudo. Y el toque asiático no impide que resulte familiar al público internacional.
“De cierta manera, la serie era un punto de fusión de culturas, y pienso que es una de las razones por las que es tan apreciada en todo el mundo”, afirma.
Los fans rindieron homenaje a Akira Toriyama publicando dibujos en redes sociales, entre ellos Son Gokú subiendo al cielo con alas de ángel y un halo.
“Gracias por hacer que mi infancia fuese genial”, escribió uno de ellos.
Incluso el Gobierno japonés ha dedicado unas palabras a la muerte del autor. “Gracias a sus obras, los contenidos japoneses han sido reconocidos ampliamente en el mundo y creo que ha sido una de las causas del aumento de turistas. Reconocemos que ha jugado un papel importante para mostrar la potencia cultural del país”, manifestó el portavoz gubernamental, Yoshimasa Hayashi.
EL TIEMPO. Otras obras de Toriyama también “trascendieron las fronteras” de Japón, entre ellas Dr. Slump y Sand Land, indica la editorial Shueisha.
Tras llamar la atención del mítico editor Kazuhiko Torishima con sus primeros trabajos de 1977 Awawa World y Misterious Rain Jack (una parodia de la mítica Star Wars), Toriyama debutaría en 1978 con Wonder Island en las páginas de la revista Shonen Jump, a la que se mantendría vinculado durante toda su carrera.
“Dragon Ball fue la primera franquicia del manga con licencia oficial, traducido y publicado fuera de Japón, allá por 1992, a través de un acuerdo amistoso entre dos mujeres, Chigusa Ogino, de Shueisha (editorial de la Shonen Jump) y Montse Samon, de Planeta”, relata el académico, que lamenta: “Al igual que Tezuka, Toriyama murió inesperadamente y demasiado joven”. AFP-EFE