Fruto de siete años de trabajo, fue en Brasil donde nació este proyecto, lugar donde el músico británico se mudó junto a su familia tras la gira del disco The King of Limbs en 2012. Concretamente, su asistencia al carnaval de Río se convirtió en el detonante de su inspiración en cuanto a “explosión de luz, melodía, ritmo y amor”.
De vuelta a Gales, Ed O’Brien inició el trabajo con la ayuda de los productores musicales Flood (alias de Mark Ellis, quien ha labrado su fama colaborando con la flor y nata de la música, véase Depeche Mode, U2, New Order, Nick Cave o Pj Harvey) y Catherine Marks (Foals, Manchester Orchestra, The Killers, Local Natives, Wolf Alice).
Destaca, además, el alto nivel en la nómina de músicos que participaron en la grabación, entre los que aparecen nombres como el de su compañero en Radiohead Colin Greewood, el guitarrista de Portishead Adrian Utley, la batería de Wilco Glenn Kotche o la también artista Laura Marling, con la que selló el dúo acústico e íntimo de Cloak Of The Night.
“Estas canciones fueron creadas en un espíritu de amor, con los mejores deseos para una comunidad global y espero sinceramente que durante estos tiempos extraños y difíciles, algunas personas puedan encontrar un poco de luz y consuelo en ellos”, ha señalado O’Brien en declaraciones recogidas por Universal Music.
El resultado de su colorida experiencia en Brasil, “ese momento musical eureka”, como lo llama él, tamizada por el cielo y la vida cotidiana de Gales, ha dado como resultado un disco dual, entre lo hipnótico y el desparrame, que para medios como Q Magazine “ha hecho que la espera valga la pena”.
“Radiohead no son exactamente conocidos por soltarse el pelo. ¿Quién habría dicho que uno de ellos podría ser tan divertido?”, resume NME el espíritu de este álbum del que destacan canciones como la divertida Shangri-La, los más de 8 minutos de crescendo catártico de Brasil u Olympik.