Calderón es de los únicos residentes que se animó a denunciar y dar la cara, luego de sufrir –dice– dos años de maltratos verbales y sicológicos, así como oponerse a hacer maratónicas guardias que se extendían hasta tres días seguidos.
“Yo era R2 casi pasando el R3 de Neurocirugía en el Hospital Nacional. En Neurocirugía tenemos que aguantar guardias de 72 horas porque esa es la imposición. Y cuando hice la denuncia de todo eso en la oficina de docencia del hospital; empecé a tener problemas”, relata el joven médico oriundo de Costa Rica.
Según el reglamento de la Comisión Nacional de Residencias Médicas (Conarem), las guardias deben ser solo dos por semana y una dominical por mes. “Eso jamás se respeta”, insiste.
A raíz de las represalias recurrió con su denuncia a la Conarem. “Tengo como prueba la forma de maltrato y violación de derechos: Me cancelaron durante los dos años de residencia la posibilidad de operar a pacientes. Entonces, entraba a quirófano y para humillarme más me decían: Vos sos el instrumentador; pasame esto inútil o no servis para nada, salí de acá… Los maltratos eran verbales y sicológicos”, cuenta.
En la Conarem –refiere– se abrió un proceso en el que se presentaron y se opusieron los descargos tanto el suyo como el de los médicos del hospital.
“Y lo más fácil fue quitarme, prefirieron echarme”, afirma.
Como resultado de todo esto, truncó su formación como especialista médico; la semana pasada empezó los trámites con el Ministerio de Defensa Pública que tomó su caso, ya que tiene pensado impulsar una demanda incluso en contra del ministro de Salud Julio Borba.
“Los hospitales están llenos de jefes y superiores que llegan por cargos políticos o por intereses de amiguismo con los directivos. Uno en el hospital es prácticamente un trapo. Cualquier persona que le desordene un poquitito su basurero, lo que hacen es buscar cualquier cosa para sacarte del camino”, dispara.
Todo este sistema perverso explica porqué “el miedo del residente es no aguantar la residencia” por tantos maltratos y la explotación laboral.
“Algunos se quitan la vida, otros renuncian, otros viven con pastillas de clonazepam o con miles de cosas para poder sobrevivir en una residencia de maltrato. Y otros que son expuestos a que se los saque, como lo que me pasó a mí”, manifiesta el joven médico.
Por oponerse a “guardias de tres días consecutivas” le negaron operar en sus dos años de residencia en Hospital Nacional de Itauguá, afirma doctor. Lo echaron por destapar el avispero, asegura.
residencias perversas
Destitución se dio por incumplimiento
El Dr. José Luis Molinas, director del Instituto Nacional de Salud (INS), manifestó que el Dr. Hernán Calderón “Había sido excluido del sistema de residencias por incumplimiento del reglamento de la Conaren y no por lo que menciona”, dijo en alusión a la denuncia de maltrato y explotación.