La economía circular, que aliente la reutilización de productos mediante el reciclaje, fue un término acuñado en Estados Unidos, en donde ya se aplica con gran éxito, al igual que en la Unión Europea. Ahora, esta práctica llegó a América Latina, en medio de un contexto poco alentador, pues solo el 2% de las ciudades de la región tienen sistemas formales de reciclajes y en contrapartida existen alrededor de 2 millones de personas que viven de esta actividad de manera informal.
Ante este panorama poco alentandor, la Fundación Avina encara programas de construcción de agendas colectivas para el diseño y desarrollo de proyectos vinculados a negocios sustentables, integración de la cadena de valor y el reciclaje con inclusión social.
“Creemos que este sector vulnerable y marginal, que trabaja en condiciones espantosas, tiene una oportunidad de ser una parte importante del engranaje productivo que se genera a partir del reciclaje. En este contexto, pensamos que el camino es la formalización, el reconocimiento y la inclusión de este sector al sistema formal”, explica Gonzalo Roqué, director del Programa Regional del Reciclaje Inclusivo de la Fundación Avina.
Roqué llegó al país, invitado por Coca Cola, PepsiCo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Red Latinoamericana de Recicladores, para desarrollar un programa de inclusión de las personas que se dedican a esta actividad como un medio de sustento.
Además, el experto de la Fundación Avina fue uno de los principales disertantes del 10º Congreso Internacional de RSE y Sostenibilidad, organizado por la Asociación de Empresarios Cristianos (Adec).
Cadena de valor. El reciclaje es una actividad que contribuye en gran medida con la economía paraguaya, pues actualmente alrededor de 5.000 personas se dedican a esta labor solo en Asunción y sus alrededores, y son un eslabón fundamental dentro de la cadena de valor, refuerza Ángel Almada, gerente de Asuntos Públicos y Comunicación de Paresa.
Almada agregó que, además, existen empresas en Paraguay que se dedican a producir a partir del reciclaje, como es el caso del pet, que es adquirido como materia prima para luego someterlos a un proceso de transformación y convertirlo en petller, que es exportado casi en un 100% a Brasil y China. “La industria del reciclaje mueve millones de dólares, pero debemos mejorar las condiciones en que se da ese proceso, porque claramente existe una parte de la cadena de valor, en este caso la de los recicladores que tienen un rol muy importante, pero que deben ser formalizados, reconocidos e incluidos”, señaló Almada.
Agregó que se debe incluir en esta gestión integral al sector público, con la corresponsabilidad del sector privado, para sumar planes integrales que logren que el reciclaje sea un modelo de gestión.
Capacidad. Roqué agrega que la capacidad de la economía circular, como reparadora y regenerativa, pretende conseguir que los productos, componentes y recursos en general, mantengan su unidad y valor. “Para entender la capacidad del reciclaje para generar empleos, se lo puede comparar con la incineración de residuos, que lastimosamente se quiere instalar en la región. El indicador es que la relación de generación de empleos es de 1 a 100, o sea, la incineración de residuos genera un solo puesto de trabajo, mientras que la misma cantidad de residuos, con el reciclaje se generan 100 puestos de trabajo”, especifica Roqué y concluye que con esta actividad surgen más oportunidades de empleo en una región como América Latina que sigue afrontando grandes problemas de inequidad social.
