Las desavenencias bilaterales no amainan desde que México rompió relaciones por la irrupción de la policía ecuatoriana en su embajada en Quito, Ecuador, para detener a Glas, acusado de corrupción.
La legación de México recibió a Glas “en calidad de huésped y posteriormente pasó a ser considerado solicitante de asilo” a pesar de que tenía que presentarse ante las autoridades judiciales por dos sentencias, explicó el viceministro de Relaciones Exteriores del presidente Daniel Noboa.
Glas, que fue vicepresidente en el gobierno del ex mandatario socialista Rafael Correa (2007-2017), es objeto de dos sentencias por asociación ilícita y cohecho y blanco de una orden de captura por el delito de peculado.
Salió de la cárcel por un “habeas corpus” que fue anulado por la Corte Constitucional.
“La embajada mexicana no consideró y desmereció estos aspectos (judiciales) al permitir que el señor Glas permanezca en su recinto, impidiendo el funcionamiento del sistema judicial ecuatoriano”, sostuvo Dávalos durante una sesión del Consejo Permanente, el órgano ejecutivo de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
México “ha hecho énfasis en la importancia y respeto que otorga a la institución del asilo, no obstante su actitud socava y desnaturaliza la figura del asilo diplomático”, insistió el alto cargo en un discurso de casi media hora.
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Se lo concedió “a un condenado y prófugo de la justicia ecuatoriana promoviendo la impunidad”, añadió.
El representante de Ecuador llamó a “la comunidad internacional a revisar y actualizar las normas sobre el asilo diplomático” para erradicar los nuevos fenómenos delictivos del crimen organizado trasnacional, que causa estragos en su país.
Acusó además al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de violentar “el principio fundamental de no intervención en los asuntos internos de otros Estados” al poner en duda la “legitimidad de las elecciones de 2023 en El Ecuador”.
El asilo concedido “puede responder a valoraciones de afinidad política, más no de naturaleza jurídica y diplomática”, dijo Dávalos en la reunión extraordinaria convocada por su país.
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Pese a todo, Dávalos aseguró que Ecuador quiere “retomar las relaciones bilaterales” y “superar la situación actual” y llamó a la OEA a “colaborar de forma constructiva” para buscar una solución que satisfaga a ambas partes.
“Líneas rojas”
En la sala no se encontraba ningún representante de la delegación mexicana, que muy probablemente acudirá a la sesión extraordinaria de la OEA prevista el miércoles por la mañana, esta vez convocada por Colombia y Bolivia.
Varios países -como Bolivia, Argentina, Brasil, Canadá, Costa Rica, Panamá, Guatemala, Perú u Honduras- tomaron la palabra este martes para condenar la irrupción policial en la legación mexicana.
“Se puede estar de acuerdo o no con las interpretaciones que se le da a normativa internacional en otros países (...), pero es inaceptable justificar acciones que atentan contra los principios básicos de las reglas que rigen la convivencia pacífica”, criticó la embajadora panameña ante la OEA, María del Carmen Roquebert León.
“Es un precedente funesto”, protestó su colega hondureño, Carlos Roberto Quesada López.
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Brasil coincidió. “Hay líneas rojas que no pueden cruzarse en las relaciones entre los Estados”, afirmó su embajador ante la OEA, Benoni Belli.
El secretario general de la organización, Luis Almagro, llamó a “exigir que se retome la senda de la legalidad internacional”, porque no se puede permitir, dijo, “que quede como precedente lo ocurrido”.
Para amainar la tempestad diplomática, al final de cada intervención los países llamaron al diálogo y a resolver la crisis de forma amistosa.
Fuente: AFP.