En estos días, el presidente de la Corte, Antonio Fretes, junto con varios ministros, se reunió con el titular del Consejo Nacional de Educación Superior (Cones), Narciso Velázquez, también acompañado por otros miembros de esta institución.
Entre otras cosas, el encuentro sirvió para tratar de adecuar las mallas curriculares de las carreras de Derecho para corresponderse mejor a los requerimientos del Máximo Tribunal de la República, según explicó el presidente del Cones. El objetivo es promover la integración entre ambas instituciones a través de los principales servicios que ofrece la citada entidad.
En otras palabras, lo que quiere es que la Corte le diga qué tipo de profesional precisa para adecuarse a las necesidades actuales. Y esto no es nuevo. Hay que recordar que la Corte tiene en carpeta el proyecto para que los abogados rindan exámenes como los escribanos públicos para obtener sus matrículas.
Y, hay que decirlo, en varias sesiones del pleno, los ministros, la mayoría docentes universitarios, se quejaron de la mediocridad de los abogados, especialmente, a juzgar por las acciones que presentan ante la Sala Constitucional o en otras salas.
La cuestión en realidad se pone grave desde el momento en que los jueces, fiscales y defensores públicos son nombrados de los concursos en donde justamente tener el título de abogado es la condición esencial para presentarse.
Y después, tras ser electos para ingresar al Poder Judicial, al Ministerio Público o a la Defensa Pública es que también nos damos cuenta del bajo nivel de varios de los magistrados, fiscales y defensores, especialmente al leer sus resoluciones, dictámenes o pedidos que realizan en las causas, con paupérrimas argumentaciones para los importantes asuntos que tratan. No me gusta generalizar, siempre hay honrosas excepciones.
Ante esto es que la Corte, a través de sus acordadas, ya puso verdaderos instructivos (manuales en realidad), sobre cuestiones básicas del proceso penal tales como la imputación y las medidas cautelares. Esta tarea ahora también lo hace por medio de sus fallos.
No quiero decir que del lado de la prensa estemos mejor, ya que esto también se nota en nosotros. En general, la baja calidad de la educación superior se ve reflejada también en toda la sociedad.
Pero volviendo al tema, la reunión es bastante importante ya que mejorar las mallas curriculares adecuará, la instrucción que recibirán los futuros abogados, a las necesidades del país.
No obstante, algo muy importante que también deberían aprender es a humanizar la Justicia, a tomar en cuenta a los justiciables.
Tenemos ejemplos de magistrados que son verdaderos maestros del Derecho, pero holgazanes a la hora de dictar sus resoluciones dentro del plazo legal.
Es que la mora judicial no es cuestión tanto de conocimiento, sino de ética, de honestidad, de sensibilidad con el prójimo. Detrás de cada caso, hay personas expectantes a la resolución. No debemos olvidar que la Justicia tardía no es Justicia.
Estoy muy de acuerdo con que se debe mejorar la educación de los profesionales del Derecho, pero también quisiera que vayan cumpliendo los plazos para dictar las resoluciones. Así eliminaremos varias cosas, tales como la extinción y la prescripción de las causas penales por ejemplo.
Pero acuérdense de que no solo el fuero Penal es importante. Los casos de la Niñez son fundamentales, ya que los beneficiarios de los fallos son los niños; en los casos laborales, son los trabajadores los que están esperando Justicia, y ni qué decir de los eternos problemas del fuero Civil y Comercial, por citar algunos. La Justicia es un todo que debe caminar en forma armónica.
Elevar el nivel educativo es un buen inicio, pero también debemos mejorar a la persona, la que se da cuenta de la tremenda responsabilidad que carga sobre sus hombros.