26 nov. 2024

Educación y autonomía

Tener autonomía significa tener capacidad de regirse y valerse por sí mismo y no tener que depender necesariamente de otro u otros. Los seres humanos empezamos nuestra existencia en el momento de la fecundación con cero autonomía, permanecemos así los nueve meses de la gestación y así nacemos en estado de total dependencia de la madre.

Nacemos tan frágiles, débiles, incompetentes y subdesarrollados, que solos no podemos subsistir. No somos autónomos. Solamente con la crianza (temporal) y la educación permanente podemos superar nuestro connatural subdesarrollo, ante la progresiva complejidad de la vida y sus exigencias.

Efectivamente, el objetivo principal general de la educación es ayudar a los educandos a lograr el desarrollo humano integral, en el contexto de la cultura de su comunidad.

Solo el desarrollo personal nos posibilita la autonomía.

Sin educación no hay autonomía. Con educación deficiente, la autonomía también es deficiente. Sin autonomía no hay libertad. Sin libertad no hay responsabilidad. Solo hay dependencia y pobreza integral y radical, ser humano sustancialmente truncado.

La integración en la sociedad de los que no tienen autonomía es pasiva e improductiva y, potencialmente, parte de ellos pueden convertirse en amenaza social, porque para poder resolver sus necesidades vitales sólo encuentran el recurso de la violencia, hasta la delincuencia y la criminalidad.

Sin autonomía, con ciudadanos manipulables en estado de dependencia, no hay democracia, ni posible contribución al bien común. Son incontables los graves perjuicios irreparables que genera una educación fraudulenta que no genera autonomía en los educandos.

El “Desarrollo Humano Integral” de la educación de calidad logra el desarrollo de las cuatro dimensiones esenciales, que, según la antropología integral, constituyen al ser humano: la dimensión biológica corporal, la psicológica, la social y la espiritual.

Si la educación familiar o la educación escolar omiten una de las cuatro dimensiones o parte estructural de alguna de ellas, esa educación no es integral y consecuentemente no le genera al educando su capacidad básica para la autonomía humana.

Hay dos pilares fundamentales para construir el desarrollo humano integral y su crecimiento constante: saber pensar y saber amar, Sin pensamiento o sin amor, “nada soy”.

Empezar a pensar con lenguaje verbal (y no solo con imágenes) hizo posible que nuestros antepasados prehistóricos dejaran de ser prehomínidos y empezaran a ser humanos. Y gracias al progreso de la capacidad de pensar la humanidad hoy tiene la posibilidad de ir e investigar en la Luna y en Marte y hacerle pensar a las máquinas con inteligencia artificial.

Hoy conocemos más de veinte modos diferentes de pensar. No hay desarrollo humano sin saber pensar.

El amor es la energía más poderosa (Albert Einstein), la matriz de todas las fecundidades, el motor de la paz, donde hay amor está Dios (san Juan). Al contrario, el egoísmo es la base íntima de todas las violencias destructivas y los pecados.

Los educadores profesionales constatamos en nuestra experiencia que en la medida en que los hijos y los alumnos saben pensar y amar, en esa medida logran saber aprender, saber conocer, saber vivir, saber producir bienes y servicios, saber convivir y saber ser personas libres, con “autonomía humana” (no absoluta) y personalidad.

Vuelvo a repetir, sin verdadera educación familiar y formal académica no hay autonomía personal ni social y su destino es la dependencia en manos de poderes fácticos. Opama la soberanía del pueblo.

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