Nuestro sistema educativo escolar nacional no tiene explicitadas las ciencias auxiliares en las que necesita apoyarse, esto es una tarea pendiente de los planificadores, que deben empezar por incorporar la antropología integral, ya que la Constitución Nacional y la Ley General de Educación disponen que la educación sea integral, es decir, que desarrolle las cuatro dimensiones esenciales de todo ser humano; las dimensiones biológicas corporal, sicológica, social y espiritual.
Por diversos factores, los seres humanos hemos evolucionado, hemos ido cambiando los modos de pensar, de actuar y de ser a través de los tiempos. En lo que llevamos vivido del siglo XXI se han producido en la humanidad cambios importantes, provocados por el uso masivo de nuevas tecnologías, sobre todo por el uso generalizado en todo el mundo de las tecnologías de la información y la comunicación.
Impresionados por estos cambios, Jordi Colobrans y otros antropólogos abren una nueva rama de la antropología, la Tecnoantropología, y después de haber investigado los productos de las tecnologías, la innovación que provocan, los cambios que desencadenan en las personas y sus culturas, en las sociedades y la creación progresiva de la sociedad digital… publican sus primeras conclusiones en el año 2010.
Creo que lo que dicen y sugieren es un desafío que todos los educadores, padres y profesionales de la educación, tenemos que asumir, porque los educandos de hoy: niños, adolescentes, jóvenes y adultos en formación permanente, somos diferentes a los del siglo pasado.
En este artículo me falta espacio para reflexionar sobre todos los aportes desafiantes que aporta la Tecnoantropología, por eso solo aludo a los que más me impresionan y pueden interesar, a los que afectan directamente al desarrollo humano personal. Para ser breve me refiero únicamente a la computadora y el teléfono celular, instrumentos de las tecnologías de la información y la comunicación. ¿En qué afectan al desarrollo humano? ¿Qué están cambiando?
Estos dos instrumentos desarrollan en los usuarios capacidades humanas, que sin ellos son imposibles. Con ellos puedo ver y oír a miles de kilómetros de distancia, accediendo a esos sitios sin moverme de casa y en un minuto. Puedo multiplicar mi presencia, haciéndome ver y escuchar en muchos sitios a la vez. Se amplía la memoria ilimitadamente con el disco duro de la computadora, los externos y la nube.
El impacto en el cerebro de estas experiencias constantemente repetidas va configurando inconscientemente preconceptos sobre presencia, ausencia, tiempo, espacio, distancia, vista, oído, comunicación, soledad, compañía, etcétera.
Con estos instrumentos tengo posibilidad de adquirir información y conocimientos ilimitados, sin costo, históricos y actuales, de última producción y de todos los campos de la acción y producción de todo el mundo. Puedo trabajar a distancia. Puedo ampliar mis contactos y relaciones sociales con personas de diversos países y culturas. En una palabra: Soy otro ser humano, con capacidades y poderes, que nunca antes pude imaginar.
Es fácil comprender que este macroimpacto revolucionario afecta radicalmente a los niños, porque en su cerebro no hay ningún antecedente para poder comparar y confrontar.
La Tecnoantropología nos reclama actualizar la educación.