En la bucólica residencia presidencial Biden elogió la “valentía política” del presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, y del primer ministro japonés, Fumio Kishida, por pasar página a la animosidad histórica.
“Su liderazgo, con el pleno apoyo de Estados Unidos, nos ha traído aquí porque cada uno de ustedes comprende que nuestro mundo se encuentra en un punto de inflexión”, declaró el presidente estadounidense en una rueda de prensa conjunta en las colinas boscosas de las afueras de Washington.
Biden insistió en que la cumbre no iba dirigida contra China, que bajo la presidencia de Xi Jinping ha sacado músculo, incluso con maniobras cerca de Taiwán, una isla con gobierno propio que Pekín quiere controlar, si es necesario por la fuerza.
Pero en una declaración conjunta, los tres líderes dijeron que se oponían al “comportamiento peligroso y agresivo” de China en las disputas marítimas en el Mar de China Oriental y Meridional.
“Nos oponemos firmemente a cualquier intento unilateral de cambiar el statu quo en las aguas del Indo-Pacífico”, dijeron.
Las posturas
Los dos aliados de Estados Unidos están de acuerdo sobre muchos temas internacionales –y juntos acogen a unas 84.500 tropas estadounidenses–, pero una cumbre así habría sido impensable hasta hace poco, debido al legado de la ocupación japonesa de la península coreana entre 1910 y 1945.
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Pero Yoon, asumiendo riesgos políticos en su país, ha pasado página al resolver una disputa sobre los trabajos forzados en tiempos de guerra, y ahora llama a Japón socio en un momento de fuertes tensiones tanto con China como con Corea del Norte.
Yoon apuesta por una “visión de futuro” y calificó la cumbre de “día histórico” por aportar una “base institucional firme” a la relación entre las tres naciones.
Los tres dirigentes acordaron un plan plurianual de ejercicios militares regulares en todos los ámbitos, más allá de los simulacros puntuales en respuesta a Corea del Norte, y se comprometieron formalmente a consultarse en caso de crisis.
También acordaron compartir datos en tiempo real sobre Corea del Norte y celebrar cumbres cada año.
Es la primera vez que los líderes de los tres países se reúnen en una cumbre independiente y el primer acto diplomático desde el 2015 en Camp David, un lugar que es sinónimo de pacificación en Oriente Medio.
Como cabe esperar, Pekín se opone a este nuevo diálogo. Su ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, lo dejó claro recientemente.
“No importa lo rubio que te tiñas el cabello o cuánto te afines la nariz, nunca puedes convertirte en europeo o estadounidense, nunca puedes convertirte en occidental”, declaró con referencia a Seúl y Tokio en un video compartido en los medios oficiales. “Debemos saber dónde están nuestras raíces”, dijo.
E instó a China, Corea del Sur y Japón a “trabajar juntos”.
También han aumentado las tensiones con Corea del Norte, que ha lanzado una andanada de misiles en los últimos meses y se teme que responda a la cumbre con nuevas acciones de este tipo.
La declaración conjunta de los líderes renovó el llamamiento a Corea del Norte para que renuncie a sus armas nucleares e instó a todas las naciones a hacer cumplir las sanciones.
La cumbre
Tokio y Seúl han ofrecido un gran impulso a Ucrania como principales potencias no occidentales contra la invasión rusa.
La cumbre se propone institucionalizar la cooperación a tres bandas para dificultar que se dé marcha atrás en el futuro, por ejemplo, si sale elegido un presidente surcoreano hostil a Japón.
Para sorpresa de muchos observadores, el acercamiento de Yoon a Japón ha suscitado algunas protestas en el país.
Yoon, un conservador, se ha convertido rápidamente en un aliado cercano de Estados Unidos, y Biden le dio la bienvenida en una visita de Estado en la que el líder surcoreano deleitó a la audiencia cantando American Pie. Pero solo puede cumplir un mandato que finaliza en 2027.
Fuente: AFP.