“Sé que hemos recibido pruebas de vida”, aseguró el funcionario, que pidió el anonimato, en una rueda de prensa telefónica con un grupo reducido de medios, entre ellos EFE.
La fuente no precisó si Washington ha comprobado que siguen vivos todos o solo algunos de los secuestrados, de los que 16 eran estadounidenses y uno era canadiense, y no quiso dar más detalles al respecto.
El grupo está en manos de la banda criminal 400 Mawozo, una de las más peligrosas de Haití y que controla el distrito de Croix-des-Bouquets, donde el pasado 16 de octubre capturaron a las víctimas, entre las que hay cinco niños.
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La Casa Blanca ha dejado claro que no negociará con los captores, que piden un rescate de 17 millones de dólares, uno por cada uno de los secuestrados, todos ellos pertenecientes a la organización religiosa Christian Aid Ministries.
Sin embargo, el Buró Federal de Investigaciones estadounidense (FBI) ha enviado agentes a Haití para localizar a los secuestrados, y la Casa Blanca ha asegurado que evalúa “todas las opciones posibles” para conseguir su liberación.
En la sede que la organización cristiana tiene en Haití, en la localidad de Titanyen, al norte de Puerto Príncipe, tampoco tienen noticias del estado de sus correligionarios desde que fueran capturados, tras visitar un orfanato a las afueras de la capital el 16 de octubre.
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Los secuestros se han vuelto cotidianos e indiscriminados en Haití en los últimos meses, aunque las víctimas suelen ser ciudadanos haitianos y su cautiverio no trasciende como lo hizo este caso, que ha causado conmoción internacional.
Las últimas cifras de secuestros ofrecidas por el Centro de Análisis e Investigación de los Derechos Humanos (Cardh) sitúan en 747 los raptos reportados en Haití desde principio de año hasta mitad de octubre, quincena en la que se registraron 119 víctimas, lo que supone un crecimiento exponencial de este delito.
Los haitianos, inmersos en una profunda crisis de violencia, tienen ahora puesta la atención en conseguir combustible, cuya distribución estuvo bloqueada durante semanas por las bandas armadas, dejando prácticamente paralizada la actividad en el país, dada su dependencia del carburante para generar electricidad.