En abril y mayo se observaron disminuciones del -0,2% y -0,6%, respectivamente, mientras que enero, febrero y marzo registraron inflación del 0%, 0,2% y 0,2%.
Con estos resultados, el primer semestre del año culminó con una deflación acumulada del 0,8%, totalmente opuesto a la inflación del primer semestre del 2019, que fue del 1,6%.
La banca matriz señala que la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) en el mes de junio (-0,4%) obedece principalmente a las reducciones de los precios de productos alimenticios, bebidas alcohólicas y transporte, que fueron atenuadas por la suba de precios en gasto de salud, vivienda y bienes durables.
En el rubro alimenticio se observa una nueva disminución de precios en los cortes de carne vacuna, que, según el sector cárnico, se debe a una mayor oferta local y menor demanda de la proteína roja, como consecuencia a las medidas de confinamiento social por el Covid-19. Por otro lado, hubo subas en los productos panificados, pastas alimenticias, arroz, harinas, huevo, aceites y productos lácteos.
Con relación al consumo, el economista jefe del BCP, Miguel Mora, afirmó que la banca ve para este año una demanda agregada más deprimida, de la mano de una actividad económica mucho menor a la estimada a principios del año. “Antes de la pandemia habíamos estimado una tasa de crecimiento del 4,1%, y nuestra proyección en abril la reducimos en -2,5%. Justamente consistente con esta proyección que realizamos, la actividad económica en abril cayó un 12%, y mirando algún indicador de demanda, las compras con tarjeta de créditos también mostraron una reducción bastante importante, que llegaba a un 80% aproximadamente”, señaló.