De acuerdo con el portal de Datos Abiertos del Gobierno, al cierre del ejercicio fiscal 2024, a nivel país la ejecución del PGN alcanzó el 74,05% de un global de G. 128 billones, que al cambio son USD 16.291 millones. Los datos publicados en este portal son obtenidos de la información registrada por cada organismo o entidad del Estado.
A esto se debe agregar que el plan de gastos de la nación se infló aproximadamente G. 11,4 billones, lo que implica un aumento cercano a 9%, es decir, se aumenta el gasto, pero no llegan del todo con los bienes y servicios que requiere la ciudadanía.
La baja ejecución y las debilidades en el manejo de los recursos públicos terminan resultando en que lo poco que se tiene no se usa o se usa mal, salvo algunas instituciones.
Esa sensación de tener un Estado ausente pasa por el hecho de que, por poner un ejemplo, el Ministerio de Salud ejecutó G. 8,6 billones, equivalente a 84,25% de un presupuesto de G. 10,3 billones, cuando la ciudadanía reclama por más medicamentos.
También el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones hizo autobombo por haber superado el promedio histórico de ejecución presupuestaria en el 2024, lo que llegó al 76% de su presupuesto, pero sin explicar qué sucede con el 24% restante.
Las quejas de que no hay recursos, que se necesita más dinero resultan ilógicas cuando los fondos que se tienen no se ejecutan en su totalidad o al menos no se justifica el porqué.
Probablemente existe un argumento técnico que justifique este promedio de ejecución; posiblemente, se espera que se adjudiquen las licitaciones pendientes o resulta que el plan financiero fue ajustado o alguna otra razón que también es la misma que se repite cada año. No obstante, es necesario ser más estricto en este punto, de manera a ajustar los procesos para que al final de cada año el debate no sea solo por qué no se ejecutó, sino los resultados del uso del dinero público.
Si bien hay muchos avances en función de las instituciones técnicas y organismos multilaterales que acompañan el proceso de ejecución del plan financiero, es primordial profundizar la relación entre la planificación estratégica y el presupuesto, así como las compras inteligentes y la administración de los bienes para que, llegado el momento, la ejecución sea más rápida y efectiva y que la necesidad de la ciudadanía no se quede atascada en los procesos burocráticos.
En este punto entra a relucir la necesidad de fortalecer el programa de presupuesto por resultados, que apunta a una gestión que tenga rendimiento. Justamente, como lo señala el mismo programa, implica pasar de una gestión dedicada exclusivamente al control en la aplicación de normas y procedimientos del PGN a una administración que se comprometa ante los ciudadanos a la obtención de resultados y a rendir cuentas de la ejecución. No se puede seguir gastando donde no hay resultados.