Vestida con un delantal, mascarilla y visor, la novia ingresó a la sala para celebrar uno de los momentos más felices de su vida, pero al mismo tiempo el más triste, como lo es decir adiós a su amado.
El doctor John Wright, médico epidemiólogo que dirige el Instituto de Investigación del Hospital de Bradford, de Inglaterra, decidió inmortalizar esta historia en un diario que comenzó con la crisis de la pandemia del Covid-19 y en el que relata las distintas vivencias que ocurren en las salas del hospital en el que trabaja.
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“Estamos viviendo tiempos de intensas emociones, de temor y soledad, pero también de amor extraordinario”, confiesa el médico, tras compartir la emotiva boda y despedida de esta pareja, según informó el portal Todo Noticias.
La boda pudo producirse gracias a la empatía de Sophie Bryant-Miles, una joven enfermera del hospital que, al empezar su turno, se encontró con una mujer devastada en los pasillos del centro por la noticia de que su novio, con quien tenía una relación de más de 15 años y una hija, no iba a sobrevivir al coronavirus.
La pareja estaba comprometida desde hace varios años, pero no habían podido casarse por falta de tiempo y de dinero, por lo que la enfermera decidió concederles un último deseo y contactó con un capellán para que casara a los novios de inmediato.
Con unos anillos hechos con papel de aluminio y ante la mirada emocionada de los profesionales sanitarios que presenciaron la ceremonia junto a su hija, que estuvo presente en el acto a través de una videollamada, dieron el “sí, quiero” definitivo.
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Aunque el matrimonio carece de valor legal, todo el personal sanitario del hospital trató de que la ceremonia se asemejara, lo mayor posible, a una boda real.
El médico, que puso todo su empeño para conseguir que la boda fuera lo más bonita posible confiesa en su diario que “era una desgarradora colisión entre el amor y la muerte”, pero que “de allí salió algo hermoso”.
De acuerdo con el relato del sacerdote encargado de la ceremonia, Joe Fielder, el novio hizo todo lo posible para decir las palabras, pero en ocasiones le costaba trabajo debido a su falta de respiración, por la enfermedad.
“Su pareja hizo lo posible para decir las palabras, pero le costó también debido a las lágrimas”, expresó.