Se trata de un tema de gran importancia para el Paraguay por los intereses económicos y políticos en juego, principalmente; además pondrá a prueba toda la capacidad negociadora y estratégica de sus representantes, en medio de enormes expectativas del público y fuerte presión mediática.
En la mesa, voceros nacionales tendrán que dialogar con representantes de su socio, Brasil; nación reconocida por su trayectoria negociadora y sólida política exterior, pero que, sin embargo, debe aceptar que su “pequeño vecino” posee exactamente los mismos derechos que él a la hora de discutir este anexo.
Una coyuntura interesante, pues ambas naciones, como corresponde, apuntan a sacar el mejor y mayor de los provechos de esta renegociación que se da después de 50 años de su vigencia. Por diversas razones estamos ante una negociación asimétrica que exige redoblar esfuerzos.
Sin embargo, el desafío no es solo para los negociadores locales, técnicos y expertos, sino también lo es para la prensa paraguaya, sus directivos y periodistas, los que deben asumir con responsabilidad y ética su tarea en este contexto.
En medio de tanta información circulando, la multiplicación de debates y análisis que irá en aumento; ataques y exabruptos de propios y extraños; posturas interesadas y otras similares de los opinólogos que abundan; los profesionales de la comunicación y sus medios tienen una labor relevante y vital a favor de la ciudadanía. Gran porcentaje de los paraguayos no dispondrá del tiempo y/o el interés para investigar a fondo sobre el Anexo C. Sin duda, conocerá, aprenderá y tendrá una opinión exclusivamente con base en producciones y materiales periodísticos. De hecho, así funciona. Por ello, urge que los periodistas no opinen de oído sobre el tema, sino estén sostenidos en investigaciones especializadas que ofrezcan garantía.
Esta coyuntura es un desafío para la prensa que debe exponer con claridad, precisión y sencillez, qué puntos son los que deben negociarse, cuáles son los posibles escenarios que deberán sortear los negociadores, qué propuestas técnicas y políticas se manejan además de conocer cuáles serían –según la opinión de expertos– las más convenientes para el Paraguay.
Es un reto para prensa que debe aprender a sacudirse de prejuicios y mezquindades, y evitar mezclar opinión con información; apuntar a buscar la verdad y la transparencia, exponiendo todos los factores en juego, aunque ello implique dar crédito o espacio al funcionario o experto que le desagrada o que está afiliado a la agrupación política con la cual no comulga. Urge debatir y analizar cifras y datos en vez de suposiciones y pareceres.
La prensa debe asumir con especial atención el tratamiento informativo sobre el Anexo C, evitando las conclusiones apresuradas y los tiroteos mediáticos estériles, que suman ráting y también confusión; exponiendo todas las posturas, identificando las fuentes creíbles, contextualizando e informando de manera didáctica, incentivando el diálogo y no los enfrentamientos que solo terminan polarizando posturas.
El periodismo serio tiene la responsabilidad de exigir a autoridades gubernamentales, de manera permanente, la mayor transparencia posible en este tema, exponiendo a la crítica a aquellos que solo quieren sacar provecho personal o partidario, despreciando ese espíritu de honesto patriotismo que debería caracterizar a los funcionarios y políticos.
Quizás también sea el momento para que la binacional exponga una nueva identidad, permitiendo que la ciudadanía tome conciencia de su gran trascendencia en el desarrollo del país; la sienta suya y de todos los paraguayos, y deje de percibirla simplemente como búnker de privilegiados y recomendados políticos que muy poco aportan al Paraguay.