Cuenta la mitología griega, de la mano del historiador Heródoto, que un pastor llamado Giges, esposo, padre de familia y trabajador pecuario lleno de honestidad, se encontró en el fondo de un abismo con un caballo de bronce y un hombre sin vida dentro. Este cuerpo inanimado tenía un anillo de oro y, ante la ausencia de observadores, Giges decidió quedarse con la joya. Le ganó la tentación porque nadie lo veía. Luego pasó algo raro. En las reuniones de colegas pecuarios percibía que cuando él giraba el anillo se volvía invisible y cuando giraba de nuevo se volvía visible. Esto lo comprobó cuando advirtió que, sin moverse de su silla, sus amigos pastores hablaban mal de él, estaba invisible; y cuando giraba su anillo a la posición original reaparecía, y los de la asociación rural dejaban de criticarlo en algunos de sus hábitos comerciales. Algo habitual en cualquier sociedad. Hablaban mal del ausente. Aprovechándose de esta magia el Giges honesto se volvió deshonesto. Disfrutando de la impunidad que le daba la invisibilidad, delante del imperio de la ley y de las normas de convivencia social civilizada, el padre de familia ejemplar ingresa al palacio del rey, seduce a la reina para luego asesinar al monarca y quedarse con la corona. Adúltero, asesino y golpista. Brutal. Hay todo tío. Completito. Sin necesidad de andar enmascarado.
Un día, estaban Platón y su hermano Glaucón reunidos con Sócrates debatiendo sobre la moral en la filosofía. Sócrates decía que la felicidad era equivalente a la virtud moral. Es decir, solo el hombre que respetara su conciencia moral primaria podía ser feliz y vivir en plenitud. Glaucón, hermano de Platón, le retruca diciéndole que no se olvide de Giges. Algo como: “No es tan así, debes recordar al anillo de Giges que le daba impunidad en lo invisible hasta hacerlo un depravado. Abandona a su esposa, fue amante de la reina, mató al rey y se hizo con la corona”. Platón relata en su libro La República que la conclusión de su hermano llevaba a considerar que el hombre bueno es equivalente al hombre malo. Solo hace falta que tenga la oportunidad. La invisibilidad era la impunidad. Solo se necesita que nadie vea nada, en modo Fiscalía paraguaya, y que nadie acuse o reprima al que está haciendo sus matufias, y que este goce de total impunidad ante el Poder Judicial y ante las normas sociales que imponen los límites, para que un tipo decente se vuelva indecente. También es posible, digo yo, que la gente se crea la narrativa de que las normas morales no son para todos y que algunos escogidos con anillos mágicos pueden hacer lo que quieren. Algunos dudaron del pastor que se hizo rey, pero lo tuvieron como bendecido con un designio divino. Se comieron el amague creyendo en el relato. Este cuento griego parece que no tiene mucho de mito. En Asunción, por ejemplo, el poder ejecutivo municipal no puede todavía demostrar qué se hizo con setenta millones de dólares mientras que la junta municipal funciona como el anillo de Giges evitando la visibilidad.
La impunidad puede ser una usina de corrupción. Si las reglas morales y el imperio de la ley para el hombre justo le son suspendidas, el mismo se volverá un perfecto inmoral, donde la distancia entre lo que muestra en público versus lo que es en lo privado es enorme. Siendo así, nadie sabe quién mandó matar al fiscal Pecci. Y nadie lo va a saber. Porque todo es invisible por ahora. Nadie sabe quién mandó matar al vicepresidente Argaña. Nadie sabe quién ordenó el ataque al joven Quintana. Nadie sabe qué pasó en Curuguaty. El anillo mágico sigue funcionando a la perfección.
Esta historia platónica explica muchas cosas. Sobre todo, la impunidad. Claro que no siempre hay invisibilidad, pero el estándar es la ausencia de consecuencias. El anillo mágico no funciona solo en Paraguay. Por eso Maduro desafía abiertamente a la comunidad internacional. Las sanciones del exterior no le causaron daño.
Cómo se explica que una dictadura en modo bolivariano se mantenga durante tanto tiempo como coalición dominante. Cómo es posible que nadie enfrente con éxito a una narrativa heroica y nacionalista de primera y segunda reconstrucción nacional desde hace más de setenta años, en el Paraguay. Cómo es posible que Maduro maneje su territorio a pesar de los millares de penaltis recibidos. En Paraguay pasa lo mismo, sanciones significativamente divulgadas no hicieron mella en nadie. Empresa de herederos de uno de los sancionados supuestamente va a exportar carne a los Estados Unidos. No se entiende mucho. Cómo es posible que, con sesenta por ciento de pobreza, nadie se le oponga en serio al Milei libertario y que muchos acepten pasar hambre sacrificándose por una causa mayor, con días y días sin comer esperando a las fuerzas del cielo. Dicen que confían en la mano invisible, aunque estén en la lona.
Cómo se explica que Maduro viva sin que ninguna institución extranjera hasta ahora le haga tambalear. ¿Es pura mafia y gobierno autoritario sin que se tenga un potente relato que lo sostenga? La gran ventaja de los dictadores es que nadie les interpone un relato que les compita en forma mítica y simbólica. Nadie presenta una nueva épica. Ni a Stroessner ni a Cartes ni a Maduro. Ellos eran la Paz y el Progreso contra la prédica subversiva que busca la división de la familia paraguaya; Dios, Patria y Familia y; La Lucha contra el Imperialismo; respectivamente. Nacionalismo a ultranza. Una especie de religión laica que ganaba y gana fieles a diario. La excepción es Milei que, como diría mi suegra española, les cogió de sorpresa a los K y a la casta adyacente. Su estrategia fue presentar el contraste. Ahora el libertario es una nueva figura también religiosa. Trump no se queda atrás. Con Milei son los escogidos de dios, dicen en tono mesiánico muchos de sus seguidores. Y ellos adoptan esa pose. Esto es peligroso. Todos los conflictos más sangrientos comenzaron como guerras santas y culturales.
Delante de los predestinados, la corrupción, la mentira y el enriquecimiento ilícito no constituyen pecados. Son atributos que pueden tener. Siempre que sepan hacer invisibles sus maniobras. Si salen a la luz, tampoco es muy grave. En la mente de la gente es algo natural. Se espera que el que llega al poder deba enriquecerse en el cargo. Tiene el anillo mágico. Nada malo con eso. Son profetas que vienen para defender al pueblo del mal. Nadie se inmuta con las fortunas de Stroessner, Rodríguez, NDF, Lugo, HC, etcétera. Así deben ser las cosas. Si no se hacen ricos son incompetentes para el cargo. No saben mandar. Si no obtienen beneficios para sí mismos cómo obtendrán beneficios para sus seguidores. Así piensa la mayoría de la gente. Por eso la consigna de Patria o Mafia fue un slogan inocuo. Denuncias de corrupción tienen a pocos presidentes defenestrados. Las fisuras en la alianza dominante, sí; disputas por pedazos de tortas en coaliciones entre grupos políticos, entre lideres o entre empresarios y políticos. Ejemplos, la caída de la URSS, el golpe palaciego de Rodríguez a Stroessner, las desavenencias coloradas antes de la caída ante Lugo, el abandono liberal al presidente religioso, y así por delante.
Finalmente, por qué los opositores no vencen a los predestinados que tienen buenas narrativas y que usan el anillo de Giges. Porque no se animan a ponerse del lado del pueblo para abrirles los ojos de una buena vez, y no son capaces de construir otra narrativa de un futuro grandioso como destino también espectacular. Son conservadores. Tampoco se animan a arriesgar la propia piel saliendo de su zona de confort. Tienen temor de apostar y perder algo, dinero o poder, y no se juegan el todo por el todo para lograr el halo del héroe que la gente anda siempre buscando. Creo que ningún opositor por ahora quiere amplificar un relato que le otorgue protagonismo prioritario al pueblo, porque eso es peligroso, se le puede ir de la mano y se puede quebrar el statu quo. Hay que apuntar a lo imposible para transformar el mundo. Y por ahora nadie se anima. Al final de cuentas, como dice la Biblia –y lo reafirma Glaucón–, no hay un solo justo. Todas las personas son injustas. Pero pueden ser justas por temor al imperio de la ley o por los beneficios del buen comportamiento. Urge fortalecer el Estado de derecho y crear incentivos en la sociedad paraguaya para que la gente buena sea recompensada. Saludos cordiales.
Por eso Maduro desafía abiertamente a la comunidad internacional. Las sanciones del exterior no le causaron daño.