Él quería ser novelista. Al igual que sus admirados Robert Louis Stevenson, Arthur Conan Doyle o Edgar Rice Burroughs, el joven Stanley Martín Lieber, nacido el 28 de diciembre de 1922 en Nueva York (y fallecido esta semana, el 12 de noviembre de 2018), soñaba con volverse célebre escribiendo novelas policiales y de aventuras. Mientras esperaba que llegue el momento, a los 20 años de edad, un primo político suyo, el editor Martin Goodman, dueño de la editorial Timely Cómics, le ofreció que escriba guiones para sus revistas. Aceptó de mala gana y para no contaminar su futuro nombre literario, se inventó un seudónimo: Stan Lee.
Durante más de una década, Stan escribió historias de cowboys para personajes como Kid Colt y The Rawhide Kid, así como títulos de humor y monstruos. Tras haber disfrutado de una “edad de oro” (1938-1956), la industria estadounidense de los cómics había sufrido una fuerte caída ante la crisis económica y la emergencia de la televisión, como también por lo sosas y reiteradas que se habían vuelto las historias de los superhéroes disfrazados con trajes de spandex y boxers, cada vez más distantes de la realidad cotidiana.
A partir de 1956, Julius Schwartz, editor de la DC Cómics, recicló a algunos personajes como Flash y Green Lantern (Linterna Verde) con guiones y dibujos más elaborados e historias actualizadas. El gran éxito de esta etapa fue la creación de Justice League of America (La Liga de la Justicia) por el escritor Gardner Fox y el dibujante Mike Sekowsky, que reunía a los principales superhéroes como Superman, Batman, Flash y la Mujer Maravilla en una misma aventura. Desde la editorial competidora, Martin Goodman le pidió a su director creativo que creara otro equipo de superhéroes para contrarrestar a la JLA. Ese director era Stan Lee.
En esos días, frustrado por no poder desarrollar su vocación de novelista y ser obligado a escribir bajo encargo, Lee estaba por abandonar su trabajo como guionista y editor. Fue su mujer, Joan, quien lo desafió: “¿Por qué no escribes la historia que a ti te gustaría? Lo máximo que puede ocurrir es que te despidan”.
Stan hizo un boceto del equipo de héroes que imaginaba: personas de la vida cotidiana que tenían angustias y problemas que resolver, sin identidades secretas ni disfraces coloridos, enfrentados a situaciones extraordinarias y con poderes que les costaba manejar. Le transmitió la idea al dibujante Jack Kirby y juntos crearon la serie (), que muy pronto fue un gran éxito en ventas.
Entusiasmado, su primo Goodman lo impulsó: “Tienes que crear más personajes como estos”. Trabajando con los dibujantes Jack Kirby y Steve Ditko, Stan rescató al Capitán América (creado en 1941 por Joe Simon y Jack Kirby) y dio nacimiento a Thor, Spiderman, Hulk, Iron Man, Avengers, X-Men, Daredevil, Silver Sulfer, Ant-Man y muchos otros personajes que hoy son clásicos universales. Cambió el nombre de la compañía, antes Timely y luego Atlas por Marvel Cómic. Nacía la “Casa de las Ideas” y Stan Lee se convertía en su principal gran maestro.
Cambios
Varios críticos aseguran que Stan Lee nunca fue un escritor guionista de exquisita prosa o un autor de tramas muy elaboradas, pero sí un genio inventivo y un gran publicista, que supo generar cambios sustanciales en la manera de producir obras del cómic a nivel industrial.
“Stan Lee agregó realismo sicológico a la mezcla básica de superhéroes. Creó un estilo de comic-book que era muy suyo. A sus personajes les dio un trasfondo freudiano y junguiano”, destaca el gran escritor y guionista norteamericano Dennis O’Neil.
Lee rompió esquemas. A diferencia de los clásicos personajes de la DC Cómic, como Superman o Wonder Woman, sus creaciones como Hulk –el monstruo verde en que se convierte el científico Bruce Banner, una recreación de Frankenstein y Dr. Jeckyll/Mr. Hyde– conciben los superpoderes como una maldición.
“Sus personajes son a la vez héroes y antihéroes, víctimas de marginación y racismo como los X-Men; son personas que a pesar de todo su gran poder no pueden pagar las cuentas de fin de mes, como Peter Parker/Spiderman. Stan Lee humanizó a los dioses. Hizo que la gente común se identifique con sus personajes”, destaca el crítico español Javier Coma.
Para optimizar el proceso, Lee inventó el “método Marvel”, en que el escritor esboza la historia, el dibujante diseña las páginas y luego el mismo autor u otro guionista escribe los textos y diálogos, rellenando los cuadros y globos.
Muchos guionistas reclaman que esta técnica restringe la libertad creativa y los dibujantes sostienen que ellos desarrollan gran parte de la historia, pero sin tener reconocimiento. El método permitió crear rápido y cumplir los plazos de entrega.
El dibujante Jack Kirby acusó a Stan Lee de apropiarse de personajes creados en conjunto. “Yo creé a Spiderman. Decidimos dárselo a (Steve) Ditko, pero yo dibujé la primera portada de Spiderman. Yo creé todas esas series”, aseguró Kirby, quien al igual que Ditko iniciaron una infructuosa acción contra Marvel para que se les reconozcan los derechos de coautoría de varios personajes.
En los años 60 y hasta los 70, las empresas editoriales norteamericanas reconocían poco los derechos de autor, principalmente los de los dibujantes, y se apropiaban de las páginas originales. Lee supo aprovecharse de esta situación y promover su figura como marca de creador de la mayoría de los personajes. El eslogan “Stan Lee presenta” se impuso en las revistas de Marvel, por más que fueran escritas y dibujadas por otros autores. Pero su genio creativo y su personalidad marketinera resultaron cruciales para que en los años 70 la Marvel llegue a vender 90 millones de ejemplares de revistas en el mundo.
Alejado y por un tiempo en conflicto con la Marvel (actualmente propiedad de Walt Disney Productions), Lee llegó a realizar para la DC Cómics una serie llamada , donde reiventó personajes ajenos como Superman, Batman, Flash, la Mujer Maravilla, con resultados que no causaron entusiasmo.
El cine
El gran reconocimiento universal para Stan Lee llegó principalmente en la primera década del siglo XXI, cuando los personajes de Marvel llegaron al cine, en exitosas películas que actualmente llegan a la veintena y conforman el llamado Universo Cinematográfico Marvel (MCU, por sus siglas en inglés). La mayoría de ellas cuentan con un cameo (aparición breve) de Stan Lee, que hace la delicia de los seguidores fanáticos. A su muerte ha dejado grabado su cameo para la película Avengers 4 y es casi seguro que lo seguirán resucitando en las próximas, gracias a la magia digital.
Más allá de las discutibles dotes de escritor y guionista, es innegable el aporte de Stan Lee como arquitecto principal de una serie de personajes icónicos que ya son parte de la cultura popular de todo el planeta, y que siguen transmitiendo valores esenciales frente a la arbitrariedad y la injusticia, la marginación y el racismo. Ante su reciente fallecimiento, es inevitable hacer un paralelismo con otro gran escritor de cómics, el autor paraguayo Robin Wood, surgido en la misma época, aunque en un contexto y en condiciones diferentes de mercado editorial. Al igual que Lee en la Marvel, Wood también fue el genio creador capital que contribuyó al éxito de la editorial argentina Columba y probablemente creó y escribió muchos más personajes que su colega norteamericano, que hoy son también íconos de otro universo de cultura popular.
Muchos años después le preguntaron a Stan Lee qué pasó con su sueño juvenil de ser novelista. “Lo abandoné para siempre. Descubrí que con los cómics puedo llegar a influir y ayudar mucho más a la gente”. Excélsior. Esta todo dicho.