Suele recomendarse “ver el bosque y no solamente el árbol”, y otras combinaciones de la misma frase que apuntan a que uno tenga la visión global, que considere el contexto y que no se distraiga por lo que está más cerca o más visible.
Nosotros nos hemos inclinado mucho al árbol, discutimos y debatimos un tema puntual o inmediato. Esta actitud no es equivocada, a veces hasta es obligatoria; sin embargo, el sacar tiempo y distancia son fundamentales para los grandes temas pendientes.
Veamos un par de ejemplos: el costo del combustible y el salario mínimo. El costo del combustible es el árbol y el bosque es cómo queremos que la gente viva, si queremos que haya muchísimas personas que se pasen todos los días 4 horas en un ómnibus, si queremos que las escuelas y centros de salud estén distribuidos y bien equipados, y si desarrollamos estímulos para que los empresarios apoyemos otros acuerdos con los colaboradores o fomentemos emprendedurismo. Tiene que ver en cómo vamos a apoyar el cuidado de los niños cuando sus padres trabajan o el cuidado de personas mayores cuando no queda nadie en la casa.
Tiene que ver en que, si es positivo fomentar el uso de la bici, es mucho más positivo que la gente vuelva a caminar, que puedan usar veredas y plazas, y para ello, debemos resolver la seguridad en las calles. La moto es una parte de la respuesta a que llegar a la parada implica un trayecto peligroso. La seguridad y la tranquilidad del barrio son también parte de mirar el bosque porque más que un problema del Ministerio del Interior son un problema para el Ministerio de Salud por las adicciones involucradas.
El salario mínimo es otro árbol. El bosque es cómo quiero ayudar para que las familias tengan más tranquilidad económica. Si no puedo lograr que ganen más, puedo lograr muchísimo en que gasten menos o mejor. No es solución que una persona salga a trabajar para ganar 2 millones cuando necesita 3 millones para las deudas que ya tiene, además de gastos de salud, por ejemplo. Los empresarios somos parte del sistema de bienestar social y debemos ser parte de la solución para que la gente resuelva sus angustias económicas y, sobre todo, sus angustias emocionales.
El equilibrio entre lo urgente y lo importante está involucrado en todo lo anterior, que puede resumirse en una palabra: POLÍTICAS. Los empresarios debemos proponerlas, revisarlas y corregirlas, y ayudar a que duren bien el tiempo suficiente.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para ver el bosque y el árbol en los momentos correctos y para que perseveremos en las soluciones de fondo.