07 abr. 2025

El bufón de turno

Lida Duarte – @lidaduarte

Los derechos de los niños, niñas y adolescentes forman parte de la esfera pública, donde el Estado tiene la obligación de garantizar su bienestar integral a través de políticas públicas. En ese marco, el Ministerio de la Niñez y de la Adolescencia intenta dar un salto básico mediante un plan nacional que se extiende hasta el 2024, pero un sector se interpone con argumentos fundamentalistas.

El diputado Raúl Latorre es uno de los colorados que no solo se oponen al plan, sino que hostiga a la actual ministra de la Niñez y de la Adolescencia, Teresa Martínez, ignorando su larga trayectoria en la lucha contra la trata de personas y contra la explotación sexual en niños y niñas. Apoyado por sus colegas de la ANR, Latorre finalmente logró ayer la aprobación de la interpelación de la secretaria de Estado, a quien le tocará dar explicaciones ante un pleno que mayoritariamente no quiere escuchar y que busca simplemente atacar.

El legislador, denunciado hace un par de años por acoso sexual, es el bufón de turno. No es capaz de refutar los principios del plan y solo repite un discurso en nombre de la “paraguayidad”, en donde invoca apelar por los “valores tradicionales del pueblo paraguayo”.

Acompaña a un grupo de ciudadanos que ven al plan como una amenaza para las ideas que inculcan a sus hijos e hijas y tergiversan el contenido de un documento que vela por la participación protagónica de los niños y niñas en igualdad de género y sin discriminaciones, conceptos que despertaron la ira de los antiderechos.

Es la familia el espacio de socialización primaria, donde de acuerdo con la explicación de Berger y Luckmann, niños y niñas van adquiriendo roles y actitudes aprobados por el núcleo y se van preparando para la socialización secundaria en diferentes espacios y ámbitos a lo largo de su vida. También es el principal lugar donde se reproduce la dominación masculina, descripta por Pierre Bourdieu, quien explica cómo se impone en los hogares de manera precoz la división sexual del trabajo.

El plan nacional es justamente una herramienta que puede contrarrestar las relaciones de poder tan vigentes en la unidad familiar, donde en muchos casos la mujer todavía vive en condiciones de subordinación con relación al hombre, quien sigue tomando las decisiones económicas y reproductivas, según describen autores como María Victoria Heikel, Ramón Fogel y Cristina Olazar, así como la investigadora Line Bareiro, quien desde hace décadas se enfoca en los estudios de género y analiza, entre otros puntos, la sobrecarga laboral de las mujeres paraguayas, entre los trabajos que realiza fuera del hogar y las tareas domésticas.

Es indiscutible la importancia de la familia en la formación de los individuos que conforman la sociedad, pero también debemos reconocer que en ocasiones lamentablemente no es un lugar seguro. De acuerdo con los datos del Ministerio Público, entre enero y setiembre de este año hubo 1.882 denuncias de abuso sexual en niños, niñas y adolescentes, de los cuales el 80% se produjeron en el entorno familiar. A esto se suma la necesidad de los adolescentes de acceder a información acerca de sus derechos sexuales y reproductivos. La organización Somos Pytyvõhára recibió hasta octubre 315 llamadas relacionadas a esas dudas que no son respondidas en los colegios.

Teniendo en cuenta estos aspectos, es oportuno hablar de igualdad de género y la no discriminación en los planes dirigidos a niños, niñas y adolescentes y que estos planes los reconozcan como actores sociales, así como es también indispensable otorgarles las herramientas para detectar casos de abusos. Esto no representa un peligro contra la patria potestad, que además es malinterpretada por el diputado Latorre como un título de propiedad de los padres sobre los hijos e hijas. Él se basa en el concepto de hegemonía del Estado en la atención integral de la infancia y la adolescencia y olvida la hegemonía colorada, que no permitió el desarrollo de una alternancia, y que tanto daño sigue causando al país.