La investigación, liderada por Carolyn Wheeler, candidata a un posgrado en la Universidad James Cook (Australia) y la Universidad de Massachusetts (EEUU), mide los efectos del incremento de temperaturas de las aguas en el crecimiento, desarrollo y conducta de los tiburones epaulette (Hemiscyllium ocellatum).
Este animal marino, también llamado el “tiburón que camina”, que se caracteriza por poner huevos, vive solamente en la Gran Barrera de Arrecifes, situada en el noreste de Australia y considerada como el mayor sistema coralino del mundo.
Con el incremento de la temperatura, hasta los 31 grados, “los embriones crecieron más rápido y usaron su saco vitelino más rápidamente, que es su única fuente de alimento mientras se desarrollan dentro del huevo. Esto los lleva a eclosionar más temprano de lo normal”, comentó Wheeler en un comunicado de la Universidad James Cook.
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La eclosión prematura de los tiburones, que no reciben el cuidado de sus padres durante los cuatro meses que estos embriones permanecen dentro de los huevos, tienen como resultado que las crías nazcan más pequeñas y estén obligadas a buscar alimentos de forma inmediata sin tener la energía suficiente para hacerlo, según la investigación.
Para Jodie Rummer, coautora de este estudio y académica de la Universidad James Cook, las aguas de la Gran Barrera, que ha sufrido tres eventos masivos de decoloración de colares por el calentamiento de sus aguas desde 2016, tendrá una temperatura media de alrededor de 31 grados para finales de este siglo.
“Los tiburones epaulette son conocidos por su resiliencia al cambio, incluso a la acidificación de las aguas”, precisó Rummer, al preguntarse: "¿Si estas especies no pueden tolerar el calentamiento de las aguas, cómo van a sobrevivir las otras especies menos tolerantes?”.