El arroz, que se cultiva en 64 millones de hectáreas en más de cien países, tiene una cosecha anual de más de 700 millones de toneladas y la producción en Asia equivale al 90% de la producción mundial.
El consumo global de arroz llegó a 478 millones de toneladas entre 2016 y 2017, de las cuales China consumió unos 146 millones de toneladas.
“Para cuando lleguemos a 2100 se calcula que habrá unos 10.000 millones de personas, lo cual significa que tendremos más de 5.000 millones de humanos dependientes del arroz, y 2.000 millones que no tendrán acceso a las calorías que normalmente necesitarían”, dijo Scott Fendorf de la Escuela de Ciencias de Tierra, Energía y Ambiente, en la Universidad de Stanford, en California.
“Tenemos que ser conscientes de estos retos y que estemos listos para adaptarnos”, añadió.
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Los investigadores de Stanford analizaron la producción arrocera bajo condiciones climáticas futuras y encontraron que el rendimiento de los cultivos de arroz disminuirán en casi el 40% hacia 2100.
Los cambios en los procesos del suelo, debido al aumento de las temperaturas harán que el arroz contenga el doble del arsénico tóxico que contiene el arroz que ahora consumimos.
El estudio se enfocó en este grano, ya que se cultiva en arrozales empantanados que ayuda a liberar el arsénico del suelo y hacen que el arroz sea especialmente sensible a la toma de arsénico.
La investigación encontró que al incrementarse las temperaturas, los microorganismos son capaces de desestabilizar más del arsénico inherente en el suelo lo cual lleva a mayores volúmenes del compuesto tóxico en el agua del suelo disponible para el crecimiento del arroz.
Una vez que se ha absorbido, el arroz inhibe la absorción de nutrientes y disminuye el crecimiento y desarrollo de la planta, factores que contribuyen a la caída del 40 por ciento en el rendimiento ya observada por los científicos.
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Si bien, muchos cultivos alimenticios actualmente contienen pequeñas cantidades de arsénico, algunas regiones de cultivo son más susceptibles que otras. Los cambios futuros en el suelo, debido al aumento de las temperaturas, combinadas con las condiciones de anegamiento en los arrozales, hacen que las plantas tomen arsénico a niveles más altos.
“Pienso que este problema es crucial para las familias con niños chicos”, dijo la autora principal del estudio Marie Muehe, quien ahora trabaja en la Universidad de Tübingen, en Alemania. “Porque los infantes son mucho más pequeños que nosotros, y si comen arroz eso significa que absorben más arsénico en relación a su peso corporal”.
A pesar de este panorama sombrío, los científicos tienen la esperanza puesta en el desarrollo de alternativas para alimentar al mundo.
“La buena noticia es que, dados los avances logrados en lo que hace a la capacidad de la comunidad global para cultivar variedades que se adapten a condiciones nuevas, junto con cambios en el manejo de suelos, podremos resolver los problemas observados en nuestro estudio”, dijo Fendorf.