Ángel Ramón Domínguez González tiene ya 15 años. Es el chico del milagro de Chiquitunga. Vive con su abuela en el barrio Santa Ana, en una distante periferia de la ciudad de San Pedro del Ycuamandyyú.
Sabe que debe enfrentar su timidez porque hablará en público en la previa a la misa de beatificación. Contará, en primera persona, su testimonio de vida que debe –él mismo lo admite– a la venerable María Felicia de Jesús Sacramentado.
Considera que la futura beata es como su madre. “Yo no le digo luego Chiquitunga, le digo mamá, porque gracias a ella estoy vivo”, manifiesta.
Le reza todas las noches a Chiquitunga, antes de dormir y por las mañanas al levantarse. “Cada vez que veo su foto o una imagen suya me emociono y hasta me da por llorar”, confiesa, incapaz de explicar lo que le empuja hasta las lágrimas.
famoso. “Vos sos famoso”, le repetía su abuela –recuerda– cuando a los 11 años de edad le reveló lo del milagro. Muy por el contrario, en todo ese tiempo –dice– nadie les ayudó. “Si yo soy famoso, por qué no recibo ayuda”, le interpelaba a su abuela, según cuenta a ÚH.
Al sobrevivir en la pobreza, en casa de su tío Atilio, ni por asomo se siente famoso: su abuela Beatriz le mantiene –dice– “lavando ropa ajena”; su madre, Marlene González, es sordomuda y trabaja como empleada doméstica en Asunción. Y él realiza changas como carpidor o albañil cuando se presenta la ocasión.
El trabajo es escaso en su localidad. Hace poco, incluso, tuvo que vender su teléfono móvil porque no tenían para comer. “Estábamos mal, no teníamos nada para comer y le dije a mi abuela: ‘vamos a vender mi celular’”, cuenta.
A cambio de su teléfono, marca T-Mobile, recibió la módica suma de G. 200.000.
Refiere que, antes de mantener la charla con la redacción de ÚH –mediante el telefonito de su abuela–, estuvo carpiendo la chacra de una vecina. “Cuando hay trabajo hago un poco de carpida; también en albañilería trabajo”, comenta Ángel Ramón, que el 15 de agosto, fecha de fundación de Asunción, cumplirá 16 años.
A su tío Atilio le ayuda en las obras cuando este le contrata.
ayuda. Ángel cursa el primer curso de la Educación Media en el Colegio Nacional Prof. Elsa Jacinta Masi. “Gracias a Dios y a Chiquitunga me va todo bien”, afirma sobre su rendimiento, aunque admite que le cuestan los ejercicios de Matemática.
Le gustaría –revela– ser médico el día de mañana. Pero sabe que en la realidad de pobreza en que se encuentra le resultará muy difícil: precisa de ayuda para asegurar su alimentación, para comprar libros –enumera– y uniforme porque el que tenía “se rompió todo”.
“Me gustaría estudiar Medicina para ayudar a la gente”, expresa consciente, hoy, de que él nació sin signos de vida y que, 20 minutos después, volvió de la muerte.
Su caso fue tomado como un milagro por intercesión de Chiquitunga: Blanca Duarte, la obstetra que otrora le atendió, le encomendó a la venerable y ni los médicos locales ni de la Santa Sede hallaron explicación científica a su plena recuperación, sin secuelas.