Este artista está revolucionando la forma de ver la chatarra. Raúl Ortigoza encontró su musa en los desechos industriales, transformando todo tipo de piezas de metal en impresionantes obras de arte. Su taller, repleto de herramientas, soldaduras y fragmentos de hierro, se convirtió en un auténtico santuario de creatividad.
El artista comentó que su interés por el reciclaje y la reutilización de materiales lo aprendió a través de videos en internet. “Siempre me fascinó cómo algo que otros consideran basura puede cobrar vida de una manera totalmente nueva y durante dos años fui mirando videos en YouTube para aprender”, comentó.
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Con un estilo único, combina técnica y emoción, creando esculturas que no solo son visualmente impactantes, sino que también cuentan historias.
Un ciervo de hierro
La obra el Ciervo del Pantano fue creada con unas tres toneladas de chatarras. Al recibir esos hierros viejos se inspiró y empezó a moldear al animal que se encuentra en el Paseo de las Esculturas y se observa al terminar el recorrido del Sendero Esperanza del Refugio Biológico Mbaracayú, donde también se exhiben otros animales del mismo material como un tatú, (armadillo), una víbora y un loro (gua’a), todos de grandes dimensiones.
“Me proporcionaron todos los materiales para el trabajo. Siempre yo busco, pero en este caso ellos me proveyeron todo lo incautado de los cazadores furtivos, de los pescadores, de las trampas, utensilios, más de 10 motos, 4 lanchas, armas, un sinfín de cosas que enviaron”, comenzó relatando el artista.
En su proceso creativo, lo más llamativo fue el material proporcionado para el efecto. “Me llega el material en tres camiones tumba y me dicen que de eso tengo que realizar la obra que salió. Es interesante el trabajo final. Estoy contento con el resultado” explicó.
Este no es el primer trabajo que realiza para Itaipú, ya que anteriormente hizo un tirika gigante, además de un gua’a, que en este caso representa a la ecología. “De los residuos industriales que contaminan se procesaron los hierros para utilizar los elementos para la escultura y representar algo satisfactorio”, remarcó.
Obras destacadas
Entre sus obras más destacadas se encuentra una monumental escultura de un pájaro en vuelo, hecha completamente de piezas de maquinaria reciclada que, según explicó, la parte del pecho y la espalda fueron armadas con partes de los botes incautados. La obra está exhibida en el Refugio Biológico de Mbaracayú, capturando la atención de críticos y amantes del arte, tanto por su detallada elaboración como también por el mensaje sobre la sostenibilidad.
Raúl trabaja con la convicción de que el arte puede ser una herramienta poderosa para concienciar sobre el medio ambiente. “Cada escultura es una invitación a reflexionar sobre el consumo y el desperdicio”, explica.
Arte en medio del bosque
El sendero Esperanza se halla entrando en la espesura del bosque que termina en el Paseo de las Esculturas. Allí están las obras de los animales que pudieron volver a la zona, porque anteriormente era una zona ganadera y gracias al Refugio Biológico de Mbracayú se recuperó, plantando árboles nativos hace 25 a 30 años. Fue así que se recuperó totalmente y se avistaron animales como el armadillo y mboijagua, que aparecen esporádicamente, y también los ciervos. “Es interesante que la gente se pueda acercar para mirar un poco la belleza del lugar de manera a apreciar el trabajo de las esculturas”, manifestó.
Para el artista, fue toda una responsabilidad este trabajo, ya que son esculturas gigantes de gran envergadura, que se arma con grúas especiales, por el tamaño y peso.
“Al culminar esta labor, me surgió un pensamiento sobre lo que representa para nosotros Itaipú. Me dije que estas obras resultan pequeñas para lo que significa para el país la gran represa de Itaipú” comentó.
Únicamente, apreciando de cerca las esculturas se dimensiona la envergadura. Todas estas piezas son autoportantes, es decir, que adentro no cuentan con estructura alguna, sino que por el sistema de fabricación va tomando fuerza la estructura.
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“Mirando a simple vista, no se nota la soldadura por fuera, está imperceptible y ante la pregunta de cómo se pudo hacer eso, dejo a criterio de los ingenieros o de cualquier persona la respuesta para ver si descubren cuál es el sistema secreto, por llamarlo de alguna manera, con el que realizo mis tareas”, dijo el artista.
Las obras de Raúl no solo embellecen espacios públicos y privados, sino que también generan diálogos sobre el valor de lo que consideramos obsoleto. Con cada escultura, el artista no solo transforma metal en arte, sino que también invita a la sociedad a replantearse su relación con los residuos y el entorno.
“Cada una de las piezas están superpuestas y soldadas. No se puede hacer una réplica, porque cada pieza es única e irrepetible. Es un trabajo minucioso realmente muy interesante, tiene más de 10.000 puntos de soldadura”, culminó.
Solamente viéndolas de cerca se entiende la magnitud de las creaciones de Ortigoza.