Cuando deje la Casa Blanca, el millonario republicano Donald Trump volverá a ser un ciudadano común a ojos de la justicia estadounidense, y un usuario como cualquier otro de Twitter, que se volvió su canal de comunicación favorito.
Actualmente se beneficia de la excepción que otorga Twitter a los líderes políticos.
“Nuestro enfoque hacia los dirigentes mundiales, candidatos y funcionarios públicos se basa en el principio de que las personas deben poder elegir ver lo que dicen sus líderes, con un contexto claro”, dijo un portavoz de la red social con sede en San Francisco, EEUU.
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Esta excepción solo se aplica a los “líderes y candidatos en ejercicio, no a los ciudadanos una vez que ya no ocupen estos cargos”, agregó Twitter. La empresa recordó que los políticos no quedan exentos de las regulaciones de las redes sociales en caso de apología al terrorismo o pedofilia, entre otros.
En resumen: mientras, un tuit falso o amenazante de un usuario puede ser eliminado, muchos del presidente simplemente son ocultados.
Pero cuando vuelva a ser un ciudadano de a pie eso podría cambiar. “Si sigue apelando a la violencia y violando el reglamento, Twitter, Facebook, YouTube y todos los demás tendrán que tomarse el tema en serio y no dudar en prohibir si es necesario”, dijo Hany Farid, especialista en redes sociales de Universidad de California en Berkeley.
Derecho fundamental
Twitter podrá, si lo considera necesario, suspender permanentemente una cuenta y prohibir la creación de nuevos perfiles en caso de infracciones graves y reiteradas.
Trump se queja regularmente de que las redes, especialmente Twitter, “censuran” a su bando político y no respetan la libertad de expresión.
Pero tal sesgo nunca se probó en la práctica, más bien al contrario, como lo demuestra la capacidad de los grupos de derecha para movilizar multitudes en las plataformas.
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“La gente confunde el derecho a decir las cosas y el derecho a amplificarlas dirigiéndose a más personas. Las redes sociales son amplificación, y no es un derecho fundamental”, analiza el académico.
“Cuando creas una cuenta, aceptas las reglas de estas empresas privadas”, continúa. “No veo a ningún republicano quejándose de la prohibición de la pornografía en Facebook”.
El presidente ha convertido a Twitter en su plataforma favorita. Durante mucho tiempo le permitió hablar directamente con sus partidarios y sus detractores, sin filtro. Hasta que las plataformas, presionadas por la sociedad civil, tuvieron que tomar medidas enérgicas.
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Las mentiras y arrebatos sobre temas tan graves como la salud, el inicio de la pandemia de covid-19 o las protestas antirracistas fueron la gota que rebasó el vaso.
Las redes sociales se comportan cada vez más como medios, tomando decisiones editoriales, y Trump ya no puede andar libremente por ellas.
Varios canales estadounidenses interrumpieron la noche del jueves la transmisión de un discurso del presidente, asegurando que estaba desinformando.
La voz de la razón
El mandatario estadounidense insistió desde el martes por la noche en que ganó estados clave a pesar de que el conteo aún está en marcha. También en que los demócratas organizan un fraude electoral para “robarle” las elecciones.
"¡Todos los votos que lleguen después de las elecciones no serán contados!”, exclamó nuevamente el jueves, de forma errónea, a sus 88 millones de suscriptores.
Twitter ocultó esta publicación suya y una docena más, incluidos videos, con el mismo mensaje: “Alguna parte o todo el contenido compartido en este Tweet ha sido objetado y puede ser engañoso respecto de cómo participar en una elección u otro proceso cívico”.
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Es posible que los tuits no se compartan tan fácilmente como de costumbre, pero siguen siendo legibles con un clic, para disgusto de algunas ONG que piden su eliminación en nombre de la lucha contra la desinformación.
Casey Fiesler, académica de ciencia de la información en la Universidad de Colorado Boulder, cree que es una “estrategia razonable” entre el interés del público, es decir, saber que el presidente pretende haber ganado, y la obligación de no hacerles creer algo erróneo.
Pero las advertencias de Twitter y otras redes similares, como las de Facebook, no impidieron que las vociferaciones del candidato se tradujeran en protestas de activistas republicanos, incluso fuera de los centros de votación desde Arizona hasta Pensilvania para pedir “dejar de contar” o contar sólo “los votos legales”.