Las medidas de prevención contra el coronavirus provocaron en marzo la clausura de los clubes nocturnos en Berlín, capital de la música tecno en todo el mundo, y con la situación de la pandemia siendo todavía incierta, muchos locales han cerrado para siempre.
A pesar de esto, el club más famoso de la ciudad se ha vuelto a situar en el mapa con una ecléctica exposición sonora, eleven songs, el nuevo proyecto de tamtam.
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La instalación del dúo tamtam, formado por Sam Auinger y Hannes Strobl, utiliza el interior del curioso edificio (una antigua planta energética) para reproducir unos sonidos muy diferentes a los habituales en el recinto, creando con ellos una sensación de tranquilidad y reposo poco frecuente en Berghain.
Con la luz que entra por sendos tragaluces a los lados del edificio como única iluminación, los asistentes se adentran en un espacio de dos plantas muy grande, oscuro y prácticamente vacío, con un aforo máximo de 50 personas, lejos de las 1.500 que acogería un viernes normal.
Uno de los comisarios de la exhibición, Markus Steffens, explicó a Efe que la asistencia limitada también forma parte de la experiencia.
“Podríamos haber metido a 150 personas aquí", aseguró en relación con el aforo permitido actualmente en la ciudad para eventos de este tipo, “pero para nosotros esta exposición requiere que la gente utilice el espacio, que se mueva un poco por él”.
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Este espacio es, para los artistas y los organizadores, algo más que un edificio. Steffens lo definió como “un instrumento” a través del cual los sonidos de animales, aviones o helicópteros que suenan a través de los altavoces reverberan y cobran un nuevo sentido.
La popularidad de Berghain se mantiene
A pesar de la nueva dirección que ha tomado el local, los clientes continúan acudiendo en masa al recinto. Con el aforo máximo tan reducido y alojando una exhibición en la que se puede permanecer horas, muchos de los que hacen cola para entrar desde horas antes de que abra no consiguen hacerlo.
Steffens aseguró que la recepción de la exposición está siendo muy buena, pero apunta a que muchos de los espectadores únicamente “vienen para poder entrar y ver el edificio por dentro”.
En circunstancias normales, está prohibido hacer fotografías o grabar videos dentro de la discoteca, algo que sin duda ha contribuido a la popularidad de Berghain, con la mayoría de asistentes llegando incluso a presumir de haber visto el interior del gran edificio.
Tanto es así que hace unos meses, con la discoteca ya cerrada, se hizo viral una web que permitía al usuario probar si, en circunstancias normales, le dejarían entrar en el club. Como en la vida real, la respuesta fue mayoritariamente negativa.
Ahora las condiciones de entrada son mucho más relajadas, tan solo hay que pagar y esperar durante horas, pero aún hoy lo que más llama la atención es la posibilidad de poder ver el interior del edificio y, sobre todo, enseñar por redes sociales que lo has visto.
La estructura sobria de hormigón y sin apenas adornos (tan solo un ojo del dios egipcio Horus en uno de los pilares) suscita fascinación entre algunos asistentes que, según confesó Steffens, “vienen solo a hacerse una sesión de fotos”.
Para sesiones de fotos o para disfrutar de la exposición tienen hasta el domingo, el último día que podrá visitarse el interior del edificio por el momento, ya que las restricciones por coronavirus siguen impidiendo la apertura de discotecas de este tipo.
Lo que sí habilitará el club a partir del sábado es su jardín, donde los fans del tecno y de la historia del propio Berghain podrán esperar en la cola para entrar, otra vez, sin ninguna garantía de éxito.