De nada sirvieron los pronunciamientos de algunos sectores de investigadores, ni la reciente movilización del sector, principalmente de las ciencias humanas y sociales, el más postergado de apoyo del Estado.
Lo ocurrido no es aislado. Es parte de una peligrosa avanzada conservadora de sectores empresariales y transnacionales que viene expandiéndose en el mundo como las míticas plagas bíblicas, debilitando las bases más sólidas del conocimiento y la razón humana. No es casual que en el mismo Conacyt desde siempre se haya venido dando prioridad a lo que ellos llaman las “ciencias duras”, que no son otra cosa que las ciencias exactas, y postergando a las demás. Esa ideología, que de científica tiene lo que tiene de segregacionista, se afianza y proyecta. La ascensión de Felippo, un empresario con poco éxito en los negocios, pero hábil negociador con los gobiernos de turno para obtener subsidios y otras canongías para su sector desde las corporaciones que los aglutinan, representa el anuncio de que el desembarco más temido ya se produjo, el sector menos preparado, más maniqueo y casquivano se apodera de las riendas de la única institución pública de fomento a las ciencias. Decían algunos académicos en estos días, entre la desazón y la molestia, el último que apague la luz.
Una previa furibunda a este desenlace que lleva firma del inquilino del Palacio de López se vino dando desde el año pasado. Ya en el primer semestre de 2019 saltó a las redes sociales y a los medios de comunicación: los ataques a trabajos de investigación y a los centros de estudio críticos que los llevan adelante, que no son del agrado de los empresarios del agronegocio ni de los grupos conservadores vinculados a las iglesias de creencia cristiana. En ese contexto, el sector del que proviene Felippo y el propio Felippo iniciaron una cruzada de cuestionamientos y descréditos hacia todo aquello que no dijera lo que ellos quieren escuchar o leer.
Los efectos nocivos de plaguicidas en la salud genética de niños, resultado de la investigación de la Dra. Stella Benítez Leite, hecha a través de la Universidad Católica y publicada en el Indian Journal of Medical Research, fueron usados –entre otros– como chivo expiatorio para paralizar todos los procesos de selección en Conacyt, poner en duda los trabajos, bloquear el pago de fondos, generar un hilachado macartismo al más puro estilo del stronismo más recalcitrante y no adjudicar hasta hoy proyecto alguno. El daño provocado a la incipiente carrera de las ciencias y la tecnología en el país ya comenzó a verse hace unos meses y continuará, a juzgar por la decisión del presidente Mario Abdo.
Que el ahora presidente del Consejo de Ciencias de Paraguay –Felippo– diga que este es como una empresa y es así como debe ser administrado, pinta de cuerpo entero la gravedad de las cosas.
El pedido de que un académico investigador esté al frente del organismo es lo más básico que puede pedirse. Entonces, quizás convenga llamar a una campaña y movilización nacional y que todos los investigadores salgan a las calles hasta que el Ejecutivo revoque la decisión. O sentarse a rumiar la incapacidad y acomodarse a los nuevos y terribles tiempos que se avecinan...