En el transcurso de la semana pasada, surgieron nuevos datos relacionados con una verdadera repartija de cargos en el Parlamento Nacional. Con salarios altos y sin contar siquiera con títulos universitarios, los por la prensa denominados Bachibabies del Congreso, han sido nombrados bajo la administración de Basilio Bachi Núñez, titular del Congreso. Esta práctica es un insulto a los contribuyentes y a todo el pueblo paraguayo que soporta las crisis por inflación, empleo precario, falta de seguridad, salud y educación.
A los clanes familiares se suman hoy decenas de jóvenes bachilleres sin títulos universitarios, pero con jugosos salarios que se distribuyen por las distintas oficinas de parlamentarios del cartismo y sus aliados. Para ello, se usa la figura de la contratación y de los “cargos de confianza”. Ahí están jóvenes bachilleres de 20 años contratadas como auxiliares y con salarios promedios de G. 5 millones, o el estudiantes de 38 con un salario de G. 4.500.000 contratado para asistir a la senadora cartista, ex Cruzada Nacional, Norma Aquino, alias Yami Nal. Entre los 455 nuevos funcionarios contratados por Bachi Núñez hay una joven de 21 años para prestar servicio como asistente administrativa en la oficina del senador cartista Hernán Rivas, con un sueldo mensual de G. 5 millones y que tiene la posibilidad de hacer su trabajo de forma virtual, sin cumplir horarios en la oficina. La pobre excusa del senador Núñez apunta a que el 90% serían de recontratados.
Recordemos los casos del hijo del senador Silvio Beto Ovelar, quien, cuando era presidente del Congreso, había justificado el cargo de su hijo en la Cámara de Diputados, alardeó de las mejores oportunidades que tiene su hijo frente a jóvenes del interior, por haberse formado en un colegio de élite. No olvidemos a la hija del vicepresidente de la República que percibe un total de G. 18.574.300, con un título de bachiller; así como el hijo de la diputada liberal Roya Torres, que siendo bachiller a sus 18 años fue contratado por Diputados como asesor de su madre con un sueldo de G. 9.500.000; y el diputado liberal Cleto Giménez, quien ubicó en su despacho parlamentario a sus dos hijas. Por último, está la hija del diputado colorado cartista Yamil Esgaib, con un salario que excede los 20 millones de guaraníes con un horario laboral de apenas cuatro horas diarias en la Embajada paraguaya en el Reino Unido. La generosidad de los políticos con el dinero público alcanza también al primer anillo del presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Latorre; uno de estos favorecidos entró con G. 2.700.000 mensuales y en poco tiempo, tuvo un aumento de más de G. 28 millones.
Estos casos de reparto de privilegios y del dinero de los contribuyentes nos muestran el verdadero rostro de la clase política, de las autoridades y de funcionarios. Nos hablan también de una profunda degradación de la labor política, y constituyen un verdadero catálogo de agravios que expone la crisis de valores, los vicios, la corrupción y la impunidad.
Mientras los parlamentarios degradan el ejercicio de la actividad política, miles de jóvenes paraguayos sobreviven con sus familias soportando empleos precarios, sacrificando recursos y tiempo de descanso para el estudio, en un país que no les ofrece ni seguridad ni salud y, a la vista de los hechos de nepotismo y privilegios, tampoco esperanza.
El nepotismo es un insulto al pueblo que sostiene la pesada carga de funcionarios, una población que además no tiene siquiera acceso a servicios públicos eficientes, no tiene salud pública de calidad ni educación ni empleo ni seguridad.