El supuesto manejo técnico y neutral de la inflación por la vía de la política monetaria pierde vigencia cuando se trata de impulsar una recuperación económica en el medio de una pandemia, con aumentos de precios por causas exógenas y estructurales.
Las cadenas de suministros están con problemas. La producción agropecuaria, el sector industrial, el transporte marítimo y terrestre enfrentaron algún tipo de interrupción. El aumento de los precios internacionales de combustibles, todos importados en Paraguay, hace que también importemos inflación. El aumento de la cotización del dólar aumenta los riesgos.
Lastimosamente estos problemas nos están cobrando la histórica dependencia externa de Paraguay, lo que también hizo que una de las características principales de nuestro crecimiento sean los altos niveles de volatilidad. Esto genera incertidumbre obstaculizando niveles más elevados de ahorro e inversión en la economía.
Paraguay se encuentra entre los países de la región donde el aumento de los precios es el más alto. Junto con Colombia, ya se triplicó el ritmo de su inflación; mientras que Brasil, Chile y Perú lo duplicaron, y otros todavía están sin sentir estos efectos.
En estas condiciones, parecería que el fenómeno no será coyuntural, tanto por sus actuales determinantes como por las expectativas que se generan. Cuando los agentes económicos (hogares y empresas) empiezan a tener en cuenta la inflación para tomar sus decisiones e intentan cubrirse de sus costos, se pierde la estabilidad en los precios.
A las expectativas negativas, hay que agregarle la incertidumbre que sigue existiendo sobre la evolución de la pandemia y sus efectos en la economía. Si bien en la mayoría de los países se están levantando todas las restricciones, el miedo persistente, el ausentismo laboral, los gastos de bolsillo y el endeudamiento en salud constituyen obstáculos a la oferta y demanda. Este desempeño afecta a la inflación.
El control de la inflación hoy sobrepasa las posibilidades de la política monetaria. La situación actual le pone al Gobierno en la encrucijada de enfrentar problemas estructurales que no asumió antes. Paraguay es productor de energía renovable y alimentos, pero sin embargo importa combustibles fósiles y alimentos a precios más altos y que empiezan a generar importantes consecuencias en el bienestar.
A la complejidad de las causas económicas se agregan las presiones de grupos de interés por acumular ventajas y privilegios en las medidas para enfrentar el problema. Las soluciones que se plantean no resuelven los problemas estructurales y las medidas que se empezaron a tomar tendrán costos altos para el país.
El Gobierno debe generar mecanismos para reducir las presiones de grupos minoritarios y centrarse en soluciones de mediano y largo plazo que beneficien a todos.
El contexto inflacionario actual exige que los técnicos economistas dejen su zona de confort y sean valientes en el uso de los instrumentos que provee la economía y en el freno a grupos particulares minoritarios.