Pasaron doce años desde que el entonces presidente del Uruguay, José Pepe Mujica, refiriera al “narcocoloradismo” tras la destitución del presidente Fernando Lugo; desde entonces se ha profundizado la filtración del crimen organizado en la política paraguaya. El concejal de Natalio en el Guairá no es el primero. Recordemos al miembro de una seccional de Asunción, Jeis Leonardo Urquhart De Lacerda, detenido por la Policía por estar ligado al narcotráfico y al hecho de sicariato en el Ja’umína Fest de enero del 2022, así como también al senador Erico Galeano, procesado por lavado de dinero y asociación criminal. Según el acta de imputación del Ministerio Público, el legislador cartista había recibido USD 1 millón para la compra de un inmueble y se presume que ese dinero provendría de actividades ilícitas vinculadas al tráfico internacional de cocaína.
La historia del arribo del narcotráfico al Paraguay se inició alrededor de la década del 60, con el cultivo de marihuana en el Departamento de Amambay, zona que hoy es considerada el principal productor en la región. También en esos años llega al Paraguay Auguste Ricord, quien vino a marcar una importante etapa del narcotráfico por su conexión con la mafia marsellesa. Se sabe que se instaló en Itá Enramada en 1967 y fue el nexo con el gobierno de Alfredo Stroessner, así también que usó la ruta del contrabando de la época para exportar heroína a los Estados Unidos. Señalan los expertos que la segunda etapa del narcotráfico es la era stronista, y que posteriormente, en los años 80 aparece Fahd Yamil Georges, llegando a convertirse en unos de los más grandes dueños del territorio en la zona de frontera con Brasil.
La actual realidad que vivimos, que se exhibe impune e impúdicamente, tiene ciertos periodos verdaderamente brutales. Recordamos siempre al periodista Santiago Leguizamón asesinado por sicarios en la frontera hace 34 años, y a otros veinte periodistas muertos en estos últimas décadas; hasta llegar a la muerte del diputado colorado Eulalio Lalo Gomez, quien fuera abatido en su propia casa, y quien junto con su hijo estaba siendo investigado por lavado de activos provenientes del tráfico internacional de drogas de la organización criminal liderada por el brasileño Jarvis Chimenes Pavão.
Los expertos habían predicho el actual escenario. Uno de ellos, el sociólogo Carlos Aníbal Peris, advertía acerca de dos situaciones inquietantes: la expansión territorial de los narcotraficantes y su efecto en nuestra democracia. Indicaba que la irrupción en el Congreso, de personas ligadas directa o indirectamente al narcotráfico se daba por la debilidad de los mecanismos de financiación. Sostenía que sin una política antidroga y mayor control en la financiación electoral, el narcotráfico se seguiría expandiendo.
Como consecuencia, por la inacción, la democracia misma está en peligro, y Paraguay está ubicado entre los cuatro países que lideran el crimen organizado a nivel mundial, según un informe de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional; y por eso somos consideramos hoy un verdadero “paraíso” para el crimen organizado. Un Estado débil e instituciones infiltradas configuran un futuro incierto.