03 may. 2025

El cristiano vive del tesoro de la esperanza

«Ven, Señor, y no tardes». El Adviento es tiempo de esperanza porque la salvación está cerca, es inminente. «Ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder». El cristiano vive del tesoro de la esperanza. El autor sagrado la define como «segura y firme ancla de nuestra alma».

El ancla permite al barco aferrarse al fondo del mar, fija su posición, no tiene que preocuparse de la corriente e impide que el barco sea arrastrado a la deriva. La esperanza cristiana se fundamenta en las promesas de Dios, en su amor incondicional, y no tanto en nuestras fuerzas o posibilidades.

«Es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o unas palabras de ánimo de circunstancia, con una sonrisa pasajera. No. Es un don del Cielo, que no podíamos alcanzar por nosotros mismos».

Cuando el pueblo judío vivía exiliado en Babilonia, los profetas mantenían la esperanza y el ánimo de los exiliados con el anuncio de una próxima liberación. En la primera lectura escuchamos hoy al profeta Isaías que invita al pueblo a mantener encendida la llama de una esperanza fundada en Dios, ya que solo él puede salvar: «Yo soy el Señor, y no hay ningún otro (...). Pues Yo soy Dios y nadie más». Gracias al poder del Señor «será justificada y glorificada toda la estirpe de Israel» .

La virtud de la esperanza nos protege del vaivén del desaliento y nos sostiene en los momentos en los que la tormenta amenaza con llevarse todo por delante. Cuando el corazón vive de esperanza cierra el camino a la lamentación estéril y nos hace capaces de logros que parecían inalcanzables. Con ella podemos sobrellevar las mayores pruebas. «Hace ya bastantes años –señala san Josemaría–, con un convencimiento que se acrecentaba de día en día, escribí: Espéralo todo de Jesús: Tú no tienes nada, no vales nada, no puedes nada.

Él obrará, si en Él te abandonas. Ha pasado el tiempo, y aquella convicción mía se ha hecho aún más robusta, más honda. He visto, en muchas vidas, que la esperanza en Dios enciende maravillosas hogueras de amor, con un fuego que mantiene palpitante el corazón, sin desánimos, sin decaimientos, aunque a lo largo del camino se sufra, y a veces se sufra de veras».

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/article/meditaciones-miercoles-tercera-semana-adviento/).