08 abr. 2025

El cumpleaños de un dictador

Stroessner

Como cada año, se cumplirá esta medianoche con el rito de festejar con explosión de petardos el cumpleaños del abominable dictador.

El epicentro, por así decirlo, de tan desgraciada acción es el barrio San Pablo, que antes se llamaba barrio presidente Stroessner; más específicamente será en la cancha del Club 3 de Noviembre, una entidad que no quiso cambiar de nombre.

Hasta no hace mucho la convocatoria era mucho mayor y por suerte se va apagando con los años. Lamentablemente queda todavía mucho stronismo en nuestro ser paraguayo y en nuestras instituciones.

Por eso siguen los festejos con gente toda vestida de colorado, portando carteles: ”Éramos tan felices pero no lo sabíamos valorar”, “Feliz cumpleaños mi general”.

El actual barrio San Pablo fue creado durante el gobierno del tirano, gracias a un programa de viviendas sociales impulsado por el general Stroessner para beneficiar a la gente más humilde; razón por la cual se ganó gratitud de los primeros moradores, según se informa en una publicación de la Asociación Cultural Mandu’arã.

Hace mucho tiempo atrás el festejo se hacía en la plaza más importante del barrio, que por supuesto se llamaba Plaza Alfredo Stroessner, pero que tras el golpe que derrocó al dictador fue rebautizada y exorcizada con el nombre Carmen de Lara Castro, la gran defensora de los derechos humanos y también muy perseguida por la dictadura.

El cumpleaños del dictador, también denominada “fecha feliz”, era sobre todo, una gran oportunidad para los chupamedias, aduladores y adoradores, quienes iban en fila india a participar del besamanos; y el evento nada tenía que envidiar a un desfile en la Plaza Roja o en la Plaza Kim Ill Sung de Pyongyang.

Cuentan también los ancianos que a la noche había un festival, el “Festival de Gratitud por la Paz”, otro desfile de aduladores con arpas, guitarras y pañuelo colorado al cuello.

Pues bien, la desagradable tradición se sigue cumpliendo cada 3 de noviembre, y cada 3 de noviembre seguirá siendo una puñalada para todos los paraguayos que fueron víctimas de la dictadura. Para los que sufrieron persecución, detenciones arbitrarias, tortura y exilio.

La dictadura de Alfredo Stroessner se inició con un golpe de Estado el 4 de mayo de 1954, y terminó 35 años después de la misma manera con otro golpe militar, dirigido por su propio consuegro, el general Andrés Rodríguez. Fue en la noche del 2 y la madrugada del 3 de febrero de 1989, y esa sí es una fecha feliz.

Pero antes de Rodríguez consiguiera deponer al consuegro, Alfredo Stroessner no solo entregó Itaipú a los brasileños, regaló tierras del Estado a sus compinches y nos condenó a la miseria y el atrás; su régimen detuvo a 19.862 personas, mandó a torturar a unas 18.772, apresó ilegalmente a 236 menores, 17 niños nacieron en prisión, 20.814 se convirtieron en exiliados políticos, se reportaron 459 desapariciones forzadas y un total de 128.076 víctimas directas e indirectas, según datos de la Comisión de Verdad y Justicia.

Alfredo Stroessner era colorado y hasta hoy la Asociación Nacional Republicana no ha hecho una autocrítica ante la sociedad paraguaya, ni pidió disculpas por los crímenes que se perpetraron de la mano del Partido Colorado.

La ANR nunca ha asumido su responsabilidad por haber sostenido por 35 años a un dictador violador de los derechos humanos, ni lo ha retirado al dictador de su cuadro de honor. Eso habla bastante del valor que tienen para ese partido conceptos universales como libertad, dignidad, democracia y derechos humanos.

La celebración de los stronistas es molesta y ofensiva, pero es todavía peor cuando vemos los viejos fantasmas autoritarios acechando a la luz del día. Cada vez que vemos que Stroessner ya no está, pero sobrevive su legado autoritario.

Hoy más que nunca cabe decir, no hay nada que festejar o celebrar.