El artículo 54 de la Constitución Nacional, sobre la protección del niño, dispone que “la familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de garantizar al niño el desarrollo armónico e integral...”
El presidente Mario Abdo Benítez ha dicho públicamente en la OEA que mientras él sea presidente las puertas de Paraguay estarán abiertas para la Agenda 2030 de la ONU. Dicha Agenda marca, como objetivo 5, la ideología de género, la cual, contra las evidencias espontáneas y científicas, afirma estúpidamente que la biología y la naturaleza no definen la sexualidad de mujeres y varones, sino la cultura.
Es decir, nuestro Gobierno y consecuentemente el Ministerio de Educación y Ciencias y su Plan de Transformación Educativa, al asumir la Agenda 2030, están imponiendo a los niños la perversa ideología de género.
Perversa: Porque negando la realidad de nuestra biología, impide que los niños puedan conocer y comprender correctamente su propia naturaleza humana; porque al promover entre los niños la posibilidad de cambiar de sexo, están promoviendo la ruptura de su identidad e integridad biológicas, anatómicas y fisiológicas; porque promueve el aborto, asesinando en el vientre de las madres a criaturas inocentes e indefensas; porque desintegra el ser de los niños eliminando en su desarrollo la dimensión espiritual; porque viola el derecho de los niños al desarrollo integral y, finalmente, porque los promotores de la ideología de género violan la Constitución Nacional.
Más aún. Los promotores de la Agenda 2030 y de la perversa ideología de género violan el mandato constitucional que garantiza a los niños el “desarrollo armónico”.
El sentido común y desde luego la Pedagogía como “ciencia y práctica de la educación”, la ética y la moral condenan como violencia y corrupción de menores el adoctrinamiento a los niños para inducirlos e introducirlos en actos sexuales propios de adultos, quienes están obligados a tener capacidad de responsabilidad y razonables conocimientos de ética y moral, que ciertamente los niños no tienen ni pueden tener.
Adjudicar a los niños los mismos derechos que a los adultos es un barbarismo destructor de su proceso de desarrollo, porque rompe su frágil equilibrio y armonía, destruyéndoles bruscamente su proceso de lenta y progresiva maduración sicológica, con efectos tan dramáticos como provocación de estados depresivos y suicidios infantiles, lo que está sucediendo en países que ejecutan la Agenda 2030 y la ideología de género.
Desarrollo armónico significa desarrollo equilibrado de las cuatro dimensiones esenciales constituyentes del niño y de todos sus componentes, respetando su identidad biológica y apoyando el pleno desarrollo de su personalidad. Por ejemplo, no es armónico desarrollar el cuerpo, con alimentación de calidad, con ejercicio constante y no desarrollar su mente, su capacidad de pensar y amar y su potencial espiritual y de sociabilidad.
Es evidente que la ideología de género destruye el desarrollo armónico de los niños, teniendo en cuenta que obsesiona a sus víctimas con la hipersexualización, a costa incluso de su identidad biológica y corporal, que sobreestima los sentimientos y el placer, despreciando la razón, imponiendo a los niños un concepto de cultura que ignora el valor de las ciencias y sus conocimientos consolidados. Hay que ser honestos y reconocer que la ideología de género es el peor subproducto de la caduca y primitiva corriente filosófica, llamada posmodernidad.
Es hora de que los responsables de la educación nacional dejen de violar la Constitución y defiendan los derechos de los niños y sus padres.