Varios años después, recordando aquellas horas aciagas e infructuosas, uno de los embajadores que participó como protagonista admitió en una conversación no oficial que algunos no comulgaban con el estilo chavista. “Maduro era como ese pistolero del Viejo Oeste que llega a la cantina pateando la puerta y lanzando disparos al aire”, describió el estilo del hoy presidente venezolano.
La anécdota no es para evaluar lo que pasó en aquel tiempo, sino para poner de relieve la política exterior del Gobierno de Santiago Peña, cuya deriva es preocupante, no solo por el fondo, sino las formas. En diplomacia, el tacto es un arte para construir y mantener relaciones.
El último incidente con la DEA (agencia antidrogas de EEUU), en el que el Gobierno dio un bochornoso espectáculo debe ser una señal de alerta para Peña porque forma parte de una seguidilla de errores que comprometen la imagen del país. Justamente porque impacta en una de las líneas claras de su gestión que es la captación de inversiones.
Ningún inversor serio vendrá solamente con la información de edulcorados papers con la frase “resurgir de un gigante”, sino por la fortaleza de las instituciones. Y en este tema, Paraguay está aplazado, como recuerdan los organismos internacionales cada vez que reportan sobre el país.
CRISIS DE SEGURIDAD. El escándalo entre la Senad y la DEA sigue dando que hablar y aún no está escrito el último capítulo. Luego de la culminación unilateral de la cooperación internacional por parte de Jalil Rachid, la reversa en la decisión que tomó el Gobierno luego de que la agencia internacional aceptase poner fin al convenio, queda por verse cómo se resolverá este impasse.
Vale la pena hacer una línea del tiempo para comprender aún mejor las contradicciones de este caso. Rachid, el hombre fuerte antidrogas nombrado en el cargo bajo el padrinazgo de Horacio Cartes, afecto a las sobreactuaciones teatrales, decidió el 6 de diciembre culminar la cooperación de la DEA con la Senad, asegurando tener la venia de Peña. El Gobierno bajó el tono aclarando la relación continuaba, simplemente que la tarea se concentraría en la Policía. Durante la semana, el relato cartista se enmarcó en la palabra que más les gusta: La soberanía.
El 17 de diciembre, la DEA dio su respuesta. Tomó el pañuelo y comunicó su plan de cortar el apoyo al Paraguay, anunciando el cierre administrativo e inventario de todos sus equipos donados y recuperarlos, según cláusulas establecidas. El martes, en una desesperada conferencia de prensa, el contralmirante Cibar Benítez, ministro del Consejo de Defensa (Codena), fue el vocero que asumió como un soldado la torpeza del Gobierno. No pudo zafar. Quedó como la imagen del bochorno internacional. La explicación que encontraron fue que a Jalil se le traspapeló un documento. Que desconocía el convenio del 2022 del Estado paraguayo con la DEA. Una excusa tonta para explicar una decisión que dejaba demasiadas sospechas en cuanto a la lucha contra el narcotráfico.
El Gobierno sudó frío. Jalil, de héroe soberanista se convirtió en irresponsable. El senador Nicolás Chase había calificado su decisión como una necesidad para reducir la influencia extranjera lo redujo a un lobo solitario que actuó de forma unilateral no consultada. Lo único que logró con esto es confirmar que Peña, una vez más, estuvo fuera de la mesa chica de las delicadas operaciones políticas de protección al poder de facto.
El final está abierto. Es tiempo de negociaciones.
La crisis desatada con la DEA es uno de los tantos desaciertos de este Gobierno en materia internacional. De hecho, inició su periodo casi dinamitando 30 años de relaciones con la Unión Europea porque algunos nacionalistas trasnochados dijeron que el convenio educativo tenía por objetivo la homosexualización de los niños. Luego, para agradar a Horacio Cartes, molesto por la ratificación de las sanciones económicas de EEUU, Peña ridiculizó a su canciller Ramírez Lezcano y a su entonces jefa de Gabinete Lea Giménez obligándolos a pedir la salida anticipada del embajador Marc Ostfield (que por cierto sigue en funciones).
Contradictoriamente, Peña recorre el mundo con un discurso abierto, convocando a inversionistas, mientras su Parlamento se cierra con discursos soberanistas y pateando su agenda internacional porque “los de afuera son los enemigos que quieren destruir nuestra forma de ser”.
Si Peña no puede imponer su visión al poder de facto que gobierna el país, debería al menos exigir que le informen de las decisiones y así evitar que un subalterno como Jalil lo deje en ridículo ante el mundo.
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Textual
“Voy a decir algo con mucho respeto. Por el estrés que se genera en el corazón y en la cabeza de los policías, muchas veces eso ha generado familias paralelas, y las familias paralelas hacen que los sueldos no alcancen y ahí empiezan los problemas, porque quedan expuestos a la corrupción”. (Enrique Riera, ministro del Interior)
TRAICIÓN. Los migrantes aportan 600 millones de dólares al país, pero el cartismo, en vez de remover obstáculos, les dio una estocada al eliminar la inscripción automática al padrón electoral.
PRECANDIDATO. Arnoldo Wiens asomó su cabeza y anunció su precandidatura presidencial por la disidencia. Salió a disputar el escenario a Pedro Alliana, el caballo que lanzó prematuramente Cartes.
DEME 5. El senador argentino expulsado, Edgardo Kueider, sigue dando la nota. Su secretaria intentó comprar varios departamentos. La millonaria operación no pudo concretarse por alertas antilavado.
CLERICÓ EN CASA. El ex gobernador Ñoño Núñez, condenado a 11 años de prisión por corrupción, fue beneficiado con la prisión domiciliaria. El hermano de Bachi pasará las fiestas en su residencia.