Una de las cuestiones positivas que trajo la pandemia fue enseñarnos a lavarnos las manos con frecuencia y a usar alcohol desinfectante antes de ingresar a cualquier lugar o a realizar una actividad. Un detalle que tendríamos que haber tenido incorporado siempre como una práctica común de higiene, la tuvimos que aprender de la manera más dramática.
Actualmente, hasta el más humilde local o negocio, en todo el territorio nacional, tiene un lavamanos a la entrada. Ojalá que esta sana costumbre permanezca aun cuando alguna vez se aleje la amenaza de la pandemia.