A tempranas horas del 18 de mayo de 1988, un grupo de jóvenes se acercaba hasta la sede de la Nunciatura Apostólica para darle una especial serenata a un huésped muy especial. Se trataba, de Juan Pablo II, el primer Papa en pisar tierra guaraní.
Con rostro sonriente y tono de alegría, Juan Pablo II bromeó con los jóvenes frente a la Nunciatura, en Asunción. “Hoy son alegres porque el Papa se hace más y más viejo”, expresó en medio de aplausos.
El Sumo Pontífice, aprovechó el día de su cumpleaños número 68 para visitar la ciudad de Encarnación y luego se trasladó hasta la Basílica de Nuestra Señora de Caacupé.
En la Villa Serrana, banderines con los colores del Vaticano y del Paraguay se alzaron entre la multitud al son del cántico del Que los cumplas feliz. La misa celebrada concluyó con el canto de la polca Felicidades, acompañada del arpa y la guitarra.
La Diócesis de Caacupé le obsequió una torta con una réplica del Santuario como adorno. El Papa, siempre carismático, agradecido por el gesto.
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“Quiero agradecer a los dones ofrecidos para mí. Este don (apuntando hacia la torta) es demasiado grande para mí, por eso quiero ofrecer a los niños más necesitados de nuestro país, porque a ellos les gusta más lo dulce y la torta también”, manifestó.
El polaco Karol Józef Wojtyla se convirtió en el primer Sumo Pontífice en pisar tierra guaraní y dejó su huella en Asunción, Caacupé, Encarnación, Villarrica y el Chaco con encuentros multitudinarios.
Una visita histórica y trascendental
Juan Pablo II se despidió del Paraguay el 18 de mayo de 1988, sin saber que su arribo precedería a unos de los hechos históricos más importantes para el país: la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner.
La breve estadía de Juan Pablo II en Paraguay fue precedida por ásperos roces entre la jerarquía eclesiástica y las autoridades de la dictadura stronista, en medio de un debilitamiento de los regímenes dictatoriales en todo el mundo.
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“No se puede arrinconar a la Iglesia en sus templos, como no se puede arrinconar a Dios en la conciencia de los hombres“, decía el Papa en uno de sus primeros discursos, ante las autoridades en el Palacio de Gobierno.
El debilitamiento de la dictadura stronista era precedida por la asunción de Jimmy Carter como presidente en los Estados Unidos, quien trajo nuevas maneras de gobernar, impactando en regímenes de todo el mundo.
La realidad del mundo cambiaba y Alfredo Stroessner lo sabía. El afán de evitar sobresaltos, el régimen decidió suspender una reunión de Juan Pablo II con diferentes actores de la sociedad civil. El Vaticano se opuso y finalmente el Gobierno cedió.
Este encuentro se celebró el 18 de mayo en el Palacio Nacional de Deportes, en Asunción. Juan Pablo II enfocó su discurso en la importancia de la libertad y la justicia.
Si bien es imposible sostener que la visita de Juan Pablo II al Paraguay fue determinante para la caída del régimen dictatorial, su mensaje sobre construir una nueva nación contribuyó a que la ciudadanía se sienta acobijada por la Iglesia y pierda el miedo al fin de una era oscura de la historia de su país.
Los tres días de visita quedaron marcados por las memorables jornadas protagonizadas por uno de los papas más recordados por la Iglesia Católica.