EFE
El órgano vaticano publica una carta de Antonio Nogara, hijo de Bartolomeo Nogara, quien fue director de los Museos Vaticanos, y en la que detalla acontecimientos que sucedieron a principios de 1944 en relación con ese plan.
En concreto, Antonio Nogara, que falleció en 2014, cuenta en esa misiva que monseñor Giovanni Battista Montini (el futuro papa Pablo VI) y que asumiría ese año la prosecretaría de Estado vaticana, acudió una noche “entre finales de enero y principios de febrero” a las habitaciones en las que la familia Nogara vivía en dependencias vaticanas.
Montini urgió al joven Antonio a que llamara “urgentemente” a su padre.
Al día siguiente fue cuando el autor de la carta que ahora publica el diario vaticano supo el motivo de la inesperada visita del monseñor a su padre, con quien solía conversar por vivir prácticamente en estancias vecinas.
Su padre le contó que el entonces embajador británico, sir Francis d’Arcy Osborne, y el encargado de negocios de la legación de Estados Unidos, Harold Tittmann, habían advertido a Montini de que conocían la existencia de un “plan avanzado” del Alto Mando alemán para la “captura y deportación del Santo Padre, con el pretexto de ponerlo (...) bajo la alta protección del führer”.
En esas circunstancias, cuenta Antonio Nogara en su carta, se planteó la necesidad de encontrar un refugio secreto para el papa Pío XII “durante dos o tres días”.
El lugar elegido, después de buscar en las dependencias vaticanas y descartar la Pinacoteca, fue la conocida como Torre de los Vientos, un lugar en estado de semiabandono que se reveló como una “ubicación favorable” para ocultar al pontífice.
Montini, tras comprobar la existencia de ese lugar, disponible para una eventual necesidad de esconderse en caso de peligro real de que el papa Pío XII pudiera ser secuestrado, volvió a sus habitaciones, según narra Nogara.
El autor de la misiva indica posteriormente que el plan había sido en realidad descartado por las propias autoridades nazis, ante las implicaciones que habría tenido el secuestro del pontífice.
Antonio Nogara atribuye al “celo” propio de Montini la búsqueda precipitada de posibilidades de refugio dentro de los muros vaticanos en caso de intento de secuestro, pero también entiende que la situación que se vivía en aquellos momentos era “dramática”.
“La denuncia conjunta de los embajadores de las dos mayores potencias aliadas no podía ser desatendida de ninguna manera”, justificó Nogara en su carta, ahora difundida por el diario vaticano.