No es ninguna novedad decir que la oposición se encuentra en un momento extremadamente complejo. Errores propios (estratégicos), incoherencias entre el discurso y la acción, egos contrapuestos, visiones de país e intereses disímiles.. y más, han colaborado para que el bloque opositor viva este presente.
La oposición en Paraguay está constituida por un complejo mosaico de partidos y movimientos fundamentalmente asimétricos en cuanto a su representación, ideología, intereses, magnitud y caudal electoral. No es posible –ni es correcto– hablar del espacio opositor, como un espacio homogéneo, aglutinado bajo una misma disciplina y con iguales valores o tradiciones partidistas. Son exactamente lo opuesto, y en esa diversidad y pluralidad, radica la dificultad.
A estas “dificultades de origen” con las que tienen que lidiar, se suman hoy, los personalismos (propios de una cultura política acostumbrada al caudillismo) y egos que en lugar de buscar acuerdos amplios e incluyentes, fragmenta y sectoriza todavía más (incentivada además, por un sistema electoral que premia la individualidad)
La renovación de liderazgos y de espacios políticos que la integran, son otros condimentos que hacen al presente opositor. La tradicional dirigencia opositora, surgida a inicios de la transición, va cediendo lugar a nuevos actores: Hugo Fleitas, Johana Ortega, Rubén Benítez, Kattya González, Eduardo Nakayama, Soledad Núñez, Miguel Prieto, Rubén Velázquez o Stephan Rasmussen. El origen de éstos (algunos salidos del ámbito privado, sociedad civil y “a-partidario”) contrasta con la naturaleza de liderazgos de la anterior camada, de dura formación política y militancia partidaria, surgidos de la lucha por la democracia, frente al modelo dictatorial stronista. Para esta nueva camada, formada ya en democracia, el gran desafío es trascender su liderazgo a nivel nacional, y poder aglutinar. Algunos lo podrán lograr, otros, por el propio perfil o sus intereses, no lo harán.
Los espacios políticos tampoco son los mismos, al PLRA, PEN, PQ, se suman hoy expresiones políticas regionales/subnacionales como pueden ser Cruzada o Yo Creo, y en Encarnación es una realidad el movimiento “Ciudadanía Activa” de desempeño protagónico en la junta municipal y cuyos cuadros políticos son principalmente jóvenes. Estos nos exige una mirada subnacional de la dinámica política.
Estas expresiones subnacionales de resistencia a la hegemonía colorada no son menores, ciudades fronterizas, claves para el desarrollo económico nacional, como Encarnación o Ciudad del Este y regiones como Itapúa o el Departamento Central están bajo mandato opositor.
El desplome acelerado del Frente Guazú y la orfandad de un liderazgo convocante en este sector, le resta fuerzas a la oposición en el campo progresista. Frente a eso, la emergencia de un liderazgo impredecible como Paraguayo Cubas le aporta incertidumbre y tensiones que no serán fácilmente resueltas. Qué hacer con Payo es un dilema hoy para la oposición. Conformar un frente común es, a esta altura, un deber ético impostergable para quienes representan a la oposición. Un proyecto superador y alternativo de la opresión actual que somete a miles de compatriotas. Primero el proyecto, después las figuras, eso exige humildad, mirada a largo plazo y renuncias de todo tipo. No es tan determinante la discrepancia ideológica (normal Y NECESARIA en democracia) como la dificultad de los actores por ceder al obsesivo protagonismo “de ser el centro de la escena”. De momento, hay demasiados actores estelares, he ahí, el dilema opositor.