27 ene. 2025

El discurso de Trump y la región

El 20 de enero nadie pudo ignorar el discurso inaugural de Donald Trump. Indefectiblemente, una cita, un trozo, una repetición abreviada, encontró la manera de recordarnos que el momento había llegado. La segunda administración Trump iniciaba su periodo. Ahora, cada enunciado podría transformarse en acción y afectar la vida de la gente.

El historiador israelí Yuval Noah Harari lleva ya un tiempo compartiendo sus reflexiones acerca de la importancia de las historias o narrativas. Como bien dice dicho autor, el poder no radica en aquel que nos revela hechos y verdades, sino en el que logra empaquetar todo en una narrativa que interpela a las masas y les brinda una explicación del por qué y el para qué. Explicaciones que no necesariamente son científicas, sino al contrario, pueden muy bien ser ficciones.

La narrativa trumpiana no ha cambiado mucho en los últimos años. Lo que pudimos escuchar ratifica posicionamientos que han logrado convencer a grandes franjas de la población estadounidense. La podríamos llamar la narrativa del declive y la salvación. Según él, Estados Unidos está en decadencia por su debilidad y falta de orgullo propio. El mundo se aprovecha de él, perdiéndole el respeto, por su falta de aplomo y su tendencia a aceptar el razonamiento de los otros en vez del suyo propio. Por eso, llegó el momento dado de dar la pelea y restablecer la soberanía.

El mal se cura siguiéndolo a él y su agenda, pero sobre todo a él. Él traerá la edad de oro y lo hará con demostraciones de fuerza. En política exterior sus adeptos usan la fórmula de “conseguir la paz por medio de la fuerza” (peace through strength). Ese componente del hombre fuerte es parte central de esta narrativa. El hombre fuerte es malo, y la gente lo va a respetar porque le tendrán miedo.

En el discurso inaugural, América Latina y los latinoamericanos aparecen fuertemente entrelazados a esta narrativa. Esa pérdida de soberanía que el trumpismo alega está sucediendo tiene que ver con la llamada “invasión” de migrantes, en su gran mayoría latinoamericanos. Frente a ellos, el discurso atenta contra la dignidad de hondureños, guatemaltecos, venezolanos, cubanos, mexicanos, quizás algunos paraguayos, entre otros. Llamándolos criminales, terroristas, portadores de virus y enfermedades. Es tan obvia y evidente la incorporación de la fórmula del chivo expiatorio en el discurso trumpiano.

Con ella, buscan el efecto deshumanizador que lenta, pero inexorablemente afecta a esos connacionales. A partir de ahí la intencionalidad es transformarlos en abyectos, en vez de sujetos,

Por otro lado, está la falta de respeto y el aprovechamiento. Al respecto, se mencionaba a México y Panamá. Según Trump, ambos se burlan de Estados Unidos. El uno (México) poniendo poco énfasis en la lucha contra los cárteles y permitiendo el flujo de fentanilo a través de la frontera. El otro (Panamá), cobrándole en demasía a los barcos de bandera estadounidense y dejando que los chinos controlen el canal. Con total desparpajo y al buen estilo “buli” no dejó de insistir en que al Golfo de México lo llamarán “Golfo de América”. Se notó también que en el nuevo componente expansionista e imperial se mencionó a América Latina, pero se obvió Groenlandia y Canadá, que también han sido objeto de sus ataques. Seguramente, se habrá juzgado que insultar a los latinoamericanos tiene menos riesgos, porque son menos. “No los necesitamos”, como dijo el propio Trump, posteriormente.

posición regional. Sin embargo, lo triste de la situación no es que el nuevo adalid de la política del garrote vocifere sus intenciones. Lo que preocupa es que, como dijo Juan Gabriel Tokatlian, “no existe una posición regional ante EEUU porque vivimos la mayor fragmentación y fractura política de América Latina desde la década de 1960”. Milei está ideológicamente comprometido con Trump. Nayib Bukele se siente reivindicado.

Paraguay busca desesperadamente una relación especial con la nueva administración. No se sabe ni se puede estar seguro de que un asunto tan capital como la soberanía de Panamá sobre el Canal galvanice a la comunidad latinoamericana. Algún tipo de reacción tiene que haber.

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