14 oct. 2024

El disenso enriquece

Por iniciativa de la agencia FAO de la Organización de las Naciones Unidas, se celebra anualmente cada 16 de octubre desde el año 1981 el llamado Día Mundial de la Alimentación.

Celebrar es un decir solamente. Lo que se busca a través de la conmemoración es reafirmar el objetivo principal cual es la erradicación del hambre expresada en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) Nº 2. Y esto se logrará solamente a través de la seguridad alimentaria y el acceso regular a alimentos en cantidad suficiente y de características tales que permitan llevar una vida activa y sana.

Paraguay participó con eventos y congresos organizados a partir del Ministerio de Desarrollo Social, e impulsados por el Consejo Nacional de Donación de Alimentos (Conada). A partir de un compromiso llevado adelante desde el Gobierno a través de este Ministerio, y de la fuerza legislativa necesaria que se debe recibir del Frente Parlamentario Contra el Hambre, presidido en nuestro país por el titular de la Cámara de Senadores.

Hasta aquí, todo bien. Es cuando empezamos a mirar de cerca el problema en que surgen complejidades que no sabemos administrar. Una de ellas es que en nuestro país no existen cifras oficiales relacionadas con la desnutrición, al porcentaje de la población que no come o come en cantidad y calidad insuficiente como tampoco datos relacionados con el volumen de alimentos recuperados.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible Nº 2 busca justamente concientizarnos sobre la importancia de erradicar el hambre trabajando sobre dos ejes principales: El reuso de alimentos elaborados que son desechados pudiendo ser perfectamente consumidos, como así también la gestión adecuada para evitar la descomposición de alimentos elaborados, así como productos y recursos agrícolas a través de su gestión adecuada.

Nos duelen los informes de la Universidad de Harvard que indican que en los hogares paraguayos se generan 511.000 toneladas de desechos alimenticios al año. También nos avergüenza como ciudadanos de un país que produce alimentos para 80 millones de personas, que solamente entre el 50 y el 59% de los paraguayos puedan alimentarse en forma sostenida y segura, y estar en el octavo puesto entre los países subalimentados de América Latina… ¡El 10% de nuestra población come muy mal o directamente no come!

En las últimas semanas, vemos con preocupación una suerte de persecución a las organizaciones no gubernamentales por parte de sectores interesados en que estas dejen de tener injerencia en áreas donde el Gobierno Central actúa ineficazmente o directamente no lo hace.

Justamente en el marco de la recuperación de alimentos, son dos organizaciones, como la empresa social Mboja’o y la oenegé Banco de Alimentos, que en conjunto rescataron 936 toneladas de alimentos en los años 22-23; las mencionadas pueden proveer más datos trazables y son las que están realizando la tarea en forma más eficaz.

La alimentación y nutrición adecuada de la población son derechos de todos, necesarios para paliar urgencias e imperiosos para cuidar la salud física y mental de las generaciones venideras, que si no reciben comida en la cantidad y calidad requeridas no podrán desarrollar todo su potencial.

Muy buenas iniciativas por parte de algunos sectores, y otros con la mejor voluntad para copiarlas y –por qué no– mejorar incluso lo que se está haciendo, son mucho más importantes que intereses sectarios estériles y sumamente egoístas, que ningún bien le hacen a nuestra reputación como país.

¿Vamos a estar todos de acuerdo con cómo hacer las cosas? Desde luego que no, pero sí debemos estar dispuestos a discutir y crecer en el disenso, que siempre enriquece.

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