Me llamo Raúl Guillermo Tuma Pedro, tengo 83 años y soy oriundo de la ciudad de Asunción, del barrio Sajonia. Soy médico veterinario y actual presidente de la Asociación de Médicos Veterinarios del Paraguay, como también de la Asociación de Ciencias Veterinarias del Paraguay. Soy máster en Avicultura y en Fisiología Animal y realicé especializaciones en Francia.
Todo comenzó cuando era chico, tenía como 10 años y mi padre tenía una buena cantidad de perros en la casa. Con mi familia siempre estábamos muy apegados a nuestros animalitos. Luego, un día se enfermó uno de mis perros y no podía cerrar la boca, babeaba. Y yo me fui de inmediato junto a un veterinario que atendía a grandes animales y me echó de su consultorio.
Él me dijo: ¡Llevale de acá porque tu perro tiene rabia! Después de eso me tuve que ir a vacunar. Luego pensé que si yo no tenía una solución para la salud de un animal, tenía que ser veterinario para poder cuidarlos y así supe que desde pequeño quise ser veterinario.
Cuando cumplí 18 años empecé a estudiar veterinaria en el año 1960 en la Facultad de San Lorenzo y en el año 1968 hasta el 1971 me especialicé en Francia y realicé un posgrado.
Quise especializarme porque me di cuenta de que anteriormente muchos años atrás, sobre todo en Paraguay, no había mucho avance en lo que es el ámbito veterinario, muchos médicos solo aplicaban la vacuna antirrábica y nada más, no había especializaciones en el país.
Cuando volví a Paraguay y ejercí mi profesión realmente fue todo un desafío porque la gente como que desprestigiaba lo que era un veterinario. Por ejemplo, había personas que me recibían por el portón del costado de su casa y una vez yo me impuse y le dije a la señora: ‘Discúlpeme, yo soy profesional, si usted no me abre la puerta principal y me recibe con respeto, yo no puedo entrar’. Y desde ahí la gente empezó a comprender que nosotros también somos médicos profesionales y salvamos vidas de los animales.
Era muy complicado. Hoy en día la gente toma mayor conciencia sobre el cuidado de los animales que son también parte de nuestra familia.
Un gran desafío
Con el tiempo pensé en fundar mi propia veterinaria y así es como lo hice en el año 1971. Hoy en día la Clínica Tacuary tiene 53 años y es una de las pioneras en el Paraguay. El nombre se me ocurrió por el nombre de la calle en la que está ubicada la veterinaria; la dirección es Tacuary 942 casi Teniente Fariña, y entonces decidí llamarla con su mismo nombre y cambiar la i latina por la y griega. Primeramente quería que la clínica se llamara El Rodeo, pero luego me enteré que había una veterinaria de grandes animales en San Lorenzo con ese mismo nombre.
Mi primera oficina estaba ubicada en un tinglado y los muebles eran una mesita de madera, una silla, un teléfono y un escritorio y cuando comencé con esta profesión solo me dedicaba a la peluquería y baño de mascotas pequeñas. Con los años fui equipando la clínica y en 1983 se incorporó el circuito cerrado de televisión y algunos instrumentos como electrobisturí, que es un equipo para limpieza de dientes de los animales que no se tenían en aquella época.
Una anécdota que recuerdo es que las personas que necesitaban realizar radiografías a sus mascotas los llevaban escondidos al radiólogo humano, porque no existía la tecnología en el país de lo que sería la radiografía para los animales. Entonces, nosotros hacíamos una veterinaria entre empírica y de conocimiento científico.
Siempre me especialicé en animales pequeños como gatos y perros. También fui participante de la Fundación de la Asociación de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeños Animales, y yo creo que fue un poco lo que comenzó a empujar la profesión en el país.
momento crítico
Uno de los momentos más críticos de mi carrera fue cuando dos chimpancés del zoológico del Jardín Botánico Asunción que se llamaban Kongo y Chita me atacaron y a raíz de eso perdí tres dedos y me quedé con varias heridas. Unas personas estaban molestando a los chimpancés y les arrojaban botellas de vidrio; ellos estaban evidentemente estresados. En esa época la gente que iba era muy irresponsable y le molestaban a los animales.
Yo quise tirar las botellas del espacio de donde estaban con un palo y ellos me agarraron y me quitaron tres dedos y medio de la mano derecha; esto sucedió hace 30 años atrás, pero fue realmente, yo creo, un verdadero milagro que me hayan soltado.
Fue un largo proceso de recuperación de dos años que estuve sin trabajar y tenía que viajar a San Pablo, Brasil. Cabe destacar que mucha gente iba a San Pablo, me llevaban cosas de regalo. Lla verdad que fue mucha gente, asociaciones de animales, me ayudaron en esa época, y eso me ayudó a sobrellevar un poco ese problema. Como también el apoyo de toda mi familia.
Luego de ese suceso empezaron muchas campañas educativas. Se logró más sensibilización a la gente que visitaba los zoológicos.
Para la recuperación de mi mano comencé tocando de a poco las teclas del piano; realmente me costaba muchísimo. Con el tiempo pude comenzar a recuperar la movilidad de mi mano, fue un proceso largo que lo supe sobrellevar con mucha paciencia.
avances en medicina veterinaria
Me siento muy orgulloso por lo que logré con la medicina veterinaria en el país y también como avanzó a nivel nacional.
Nosotros los veterinarios nos diferenciamos de los médicos que estudian al ser humano, porque nosotros nos diversificamos; porque hay gente que se especializa en distintos animales como conejos y animales exóticos, otros en equinos. También se encuentra toda la parte laboratorial y hay muchas posibilidades y oportunidades para los jóvenes a nivel laboral.
Nuestro deber principal es acompañar al dueño de las mascotas en las buenas y en las malas, porque también a veces nos toca tomar decisiones difíciles, porque los animales son parte de nuestra familia y son nuestro pie a tierra.
Me siento muy orgulloso por lo que logré con la medicina veterinaria en el país y también por cómo avanzó a nivel nacional, porque anteriormente no había nada.