El servicio militar obligatorio (SMO) y la deforestación fueron los temas que más debate generaron en las últimas semanas. Como todo tema conflictivo estos mantuvieron opiniones encontradas de uno y otro sector. Pero lo interesante de todo esto es hallar alguna solución que sea práctica y beneficiosa para todos.
Días pasados, un grupo de parlamentarios del Partido Liberal hicieron una propuesta que al parecer puede dar una salida a toda esta discusión en donde difícilmente se puedan consensuar criterios de los grupos antagónicos.
Por un lado, tenemos el plan del Gobierno de reflotar el servicio militar obligatorio y, por el otro, la urgente necesidad de defender los bosques nativos y encarar una fuerte campaña de reforestación a nivel nacional.
El diputado Buzarquis, junto con otros parlamentarios, propuso un régimen de servicio militar, pero enfocado a la reforestación.
Es decir, los jóvenes compatriotas que se alisten para servir a la Patria, antes que privilegiar el uso de las armas se dedicarán a la plantación de árboles.
El parlamentario estimó que al año se incorporarían unos 30.000 jóvenes. Con semejante cantidad de efectivos del ejercito verde se puede esperar que si cada soldado plantara solo un árbol por día se tendrían al término de un año más de 10 millones de plantines distribuidos en el territorio patrio. Esto es lo mínimo que se puede lograr. Las cifras de árboles plantados pueden aumentar exponencialmente si se aplica un plan anual a cargo de los especialistas forestales.
La crítica más habitual que se hace a los militares es que están bastante tiempo en sus cuarteles sin generar mayor aporte en favor del país, sobre todo, en tiempos de paz.
Una reorientación estratégica de las labores de los uniformados puede ayudar a salvar una de las situaciones más críticas que afectan al país y al mundo entero, que es la cada vez menor existencia de bosques, plazas y arborización urbana.
Si los militares pusieran a disposición de un plan de reforestación sus unidades tácticas, maquinarias de ingeniería, vehículos y conocimientos del territorio nacional sería un aporte que la ciudadanía lo recordaría por muchos años, y los jóvenes que se alisten para esta noble tarea sin duda recibirán la congratulación de toda la ciudadanía.
Si la propuesta parlamentaria cobra vida y se pone en práctica, se podrán solucionar dos problemas en uno: el servicio militar y la reforestación.
Pese a que la propuesta resulta interesante, no faltarán quienes le encuentren peros al proyecto y harán todo lo posible por abortarlo, pero por lo menos hay que hacer el intento de llevarlo a práctica.
Mientras todo esto se gestiona, los efectivos de las Fuerzas Armadas ya deberían iniciar algunas tareas al respecto en sus destacamentos, a más de defender la soberanía del país en las alejadas zonas fronterizas en donde supuestamente se da una fuerte deforestación por parte de colonos extranjeros.
Hasta donde las leyes lo permitan los militares deberían de velar, denunciar y evitar que personas –ya sean compatriotas o extranjeros– estén mutilando las últimas reservas forestales del país. El ejército cuenta con aviones, helicópteros, vehículos tácticos y otros equipos de uso militar para hacer un monitoreo rápido de las zonas afectadas y, en caso de ser necesario, aplicar la fuerza para salvar la naturaleza.