En caso de que recurran a la primera opción sería la más previsible. La segunda, en cambio, configuraría un entramado más heterodoxo: prescindir de un nuevo programa con el FMI. Esto último solo sería posible si Fernández definiera un plan y equipo económicos tan creíbles que despejara las necesidades financieras para 2020. A favor de esta estrategia, hay que decir, el nuevo gobierno eludiría los planteos del organismo sobre las reformas que recomendó a la Argentina en los últimos staff reports: sistema previsional, laboral, tributaria. El propio Emmanuel Álvarez Agis, un economista que mantiene diálogo con el presidente electo, descuenta que el FMI mostrará una postura a favor de que la Argentina plantee una quita alta a los bonistas. En Wall Street hablan de que el país “se convertiría en un esclavo del FMI” si acepta la estrategia del organismo.
Los responsables de la conducción económica del gobierno de Alberto Fernández deberán tomar una decisión en las próximas horas. Una, de las tantas, que será clave. Elegir si la economía recorrerá su camino hasta 2023 bajo el paraguas del Fondo Monetario Internacional o sin él, según publica el diario Clarín de Argentina en su página web.