“El FBI pronto se unirá a los investigadores libaneses e internacionales por invitación de los libaneses, con el fin de ayudar a responder las preguntas que todo el mundo se hace sobre las circunstancias que llevaron a esta explosión”, afirmó David Hale, que fue embajador de Estados Unidos en este país entre 2013 y 2015.
Esta, agregó, es una de las muchas formas en las que Washington va a ayudar al Líbano tras el estallido el 4 de agosto de casi 3.000 toneladas de nitrato de amonio que llevaban seis años almacenadas en el puerto beirutí, lo que provocó más de 170 muertos y 6.000 heridos.
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Hale, quien se dirigió a la prensa después de recorrer el barrio de Gemmayze, uno de los más afectados por la deflagración, dijo que durante su visita, que se prolongará hasta el sábado, se reunirá con políticos y autoridades, pero también con miembros de la sociedad civil y líderes religiosos.
Invitó a los libaneses a seguir trabajando juntos con el objetivo de “hacer las reformas necesarias para traer la transformación” que necesita el país y abogó por “el final de gobiernos disfuncionales y de promesas incumplidas”.
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“Estamos verdaderamente en vías de restaurar lo que, creo, todos los libaneses quieren ver, que es un Líbano dirigido por el pueblo libanés y satisfacer sus ambiciones y sus necesidades, no las de otros”, añadió.
La tragedia de Beirut provocó la dimisión en bloque del Gobierno del primer ministro Hasan Diab y salpicó al presidente libanés, Michel Aoun, quien ayer reconoció que conocía la presencia de “gran cantidad” de nitrato de amonio en el puerto de Beirut dos semanas antes de la explosión.