Darío Lugo
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El grado de inversión es tópico insoslayable y el presidente del Club de Ejecutivos del Paraguay, Jorge Bernardes, esboza una hoja de ruta que deberían transitar Gobierno, empresarios y sociedad civil para consolidar el nuevo escenario. El referente esgrime argumentos a favor de subir peldaños que, con la nueva calificación país, brinden a la ciudadanía un verdadero desarrollo.
–¿Qué mirada brinda el Club de Ejecutivos ante el grado de inversión alcanzado?
–El grado de inversión abre un sinnúmero de oportunidades para el país. Se trata de un detonante clave para comenzar a tomar decisiones hacia el desarrollo. No podemos volver hacia atrás, porque el desafío está en qué haremos para que otras calificadoras también nos brinden similar categoría. Hay que soñar y seguir escalando en los siguientes niveles.
–¿Qué derrotero deben transitar los sectores público y privado?
–El Gobierno tiene un rol protagónico en el logro de esta calificación. Hace veinte años se tomó la decisión de que la economía paraguaya sea un ejemplo y un referente, y lo bueno es que la evolución trascendió varios gobiernos, con una decisión tomada que hoy obtiene sus resultados. Pero a partir de ahora esas políticas de Estado deben enfatizar también las áreas de educación, salud y seguridad jurídica; no solamente en lo que atañe a la economía.
–Aún hay brechas en educación e instrucción…
–Es que no tenemos suficientes recursos humanos capacitados, así no podremos sacarle el jugo al nuevo escenario. Además, seguimos con cuestiones preocupantes de seguridad jurídica o reglas que no son claras, lo que no permite contar con instituciones fuertes y sólidas. En cuanto a infraestructura, como país mediterráneo es imperioso invertir en rutas, en una hidrovía más preparada para los avatares del clima, y un aeropuerto acorde… ya no podemos seguir con el que tenemos.
–¿Cuál es su visión del gabinete actual?
–Tiene un plan y un horizonte, una visión. Es un buen gabinete, pero se tiene que apurar, porque el tiempo para las grandes decisiones transcurre y se llegará de nuevo al momento de elecciones y campañas, y nada se podrá hacer ya en ese tiempo. Hay que enfatizar la gestión hacia la solución de la Ley de Servicio Civil y la Caja Fiscal, dos “bombas atómicas” a resolver este año sin falta.
–¿Qué palancas permitirán una buena gestión en políticas públicas?
–Los fondos sociales de Itaipú deben ser utilizados para un real desarrollo del país; además, ahora que se está captando más recursos por medio de los tributos, hay que mejorar la gestión del gasto público, que siempre preocupa. Si el Gobierno presentó un endeudamiento para enfrentar el crecimiento del 3,8%, hay que cuidar también las cantidades para que se dé el calce correspondiente. ¿Qué pasa si no se alcanza ese crecimiento?
–En cuanto al PGN 2025 presentado ya al Parlamento ¿Qué aspectos deben ser priorizados?
–Si bien entendemos que no tendrá –en esencia– un aumento, no podemos seguir con la cantidad de funcionarios ni volcando recursos a los gastos rígidos. Los mismos deben ser destinados más a infraestructura.
–¿Qué rol les tocará a empresarios y sociedad civil?
–Debemos tomar esta causa como un orgullo nacional, ya que no hay tantas noticias positivas que tengan gran impacto para el desarrollo como haber alcanzado el grado de inversión. No vemos cotidianamente situaciones similares que nos permitan mejorar la situación en general. Empresarios y sociedad civil tienen que creer, porque es una cuestión de mentalidad: pensar en grande y para el mundo, a través de las posibilidades de ofrecer al exterior nuestro servicio, la tecnología y los recursos humanos capacitados.
–¿Cómo facilitar la radicación de inversiones?
–Debemos tener proyectos claros de inversión y hacia dónde apuntamos para que las industrias vengan. La Inversión Extranjera Directa (IED) vendrá si observa que existen oportunidades. Si queremos que los bancos fondeen los proyectos, tenemos que hablar no de USD 5 millones o USD 10 millones, sino de USD 100 millones o USD 500 millones y que se generen planes con esa envergadura, con mejores tasas para obras como puentes o aeropuertos.
–¿Qué permitirá, además, esta bisagra hacia un nuevo estadío?
–Que los beneficios permeen a toda la sociedad, a los sectores vulnerables. Al instalar industrias se desarrolla automáticamente el trabajo, que viene de la mano con el desarrollo. Se logrará igualmente que el PIB sea más real y no solo constituido por los sectores grandes de la economía, con los que no siempre se permea a toda la población en sus beneficios.
–Paraguay es la niña bonita actualmente, pero… ¿Cómo se observa a la región con sus complejidades?
–Nos lucimos en política fiscal, y por ello causamos incluso la envidia de los vecinos. Los problemas por los que atraviesan algunos países de la región son políticos, y esas desventajas pueden ser aprovechadas desde aquí, siendo ágiles para captar inversionistas. Pongo casos como Argentina o Bolivia con sus desafíos, cuyos empresarios pudieran cotejar los escenarios para ver dónde invertir mejor. Paraguay tiene una coyuntura favorable, políticamente hablando. Podemos tener discusiones, pero independientemente el Gobierno hace lo que debe. Así, hay que apuntar hacia agilizar la venida de capitales, sin poner trabas a los inversionistas ni vueltas a nivel de Migraciones o certificaciones muy engorrosas.
–¿Qué ideas pueden transmitirse a las nuevas generaciones para subir a ese tren?
–Soy muy positivo. Me gusta transmitir a los jóvenes a que se animen, ya que las oportunidades de desarrollo dependen de nosotros.
Estudió Administración de Empresas en la Universidad Católica. Su trayectoria gremial inició hace 12 años como socio del Club de Ejecutivos, como síndico, en el directorio y actualmente como presidente. Es miembro de la Cámara Paraguaya de Desarrolladores Inmobiliarios (Capadei) y de la Cámara de la Primera Vivienda (Caprivi).